Lo que vi y lo que no en el debate

Lo peor de los debates electorales malos son los post debates, cuando los porristas de cada candidato inundan las redes sociales y los medios a su disposición con el inútil y mullido "ya ganamos". Sin ningún efecto convincente la quieren hacer de publicistas eficientes cuando no se puede ganar lo que no es competencia. El rígido formato de esos eventos llega cuando mucho a la exposición en vivo de los mismos spots publicitarios que ya difundieron.

Aun así, esperábamos otra cosa. Debatir es confrontar, disputar, dice el diccionario, pero en esta ocasión los dos candidatos punteros Carlos Joaquín y Mauricio Góngora, decidieron administrar la ventaja que cada uno supone tener sobre los demás,  sin arriesgar a equivocarse o a recibir un ataque desagradable. Tablas a romper el próximo domingo.

Los minoristas Rogelio Márquez y Alejandro Alvarado no pudieron o no quisieron jugar el papel de opositores limitándose a consumir el tiempo como monótonos invitados de piedra.

Quien hizo el intento fue José Pech con aquello de señalar a los dos punteros como miembros de sus respectivos "cárteles" de la política local, aunque acto seguido sebo sus críticas sobre Carlos Joaquín, como se esperaba. Y se voló la barda beisbolera al  ponerse a ejemplificar con referencia futbolera: mostró su preferencia Puma por sobre el abominable América. ¿Será que en Morena tienen un estudio de las inclinaciones futbolísticas en Quintana Roo como para estar tan seguros de que es más lo que ganan que lo que pierden con ese comentario? ¿O será que los fans del América ni se enteran de lo que se dice en los debates? La apuesta fue arriesgada pero quien quita y por ahí puso a palpitar corazones que hasta entonces se le mostraban indiferentes. Si Pech logra acercar a Morena hacia el 15% de los votos, habrá cumplido la tarea sucia que tanto le hemos cuestionado.

Por lo rígido del esquema de participaciones y la secuencia inalterada de las mismas, la oportunidad era para quien quisiera marcar la diferencia, romper si era necesario el protocolo, realizar algún acto sobresaliente o dejar clavado el mensaje más contundente.

Visto así, era la oportunidad para que Carlos Joaquín llamara al cambio definitivo con énfasis. A la batalla final que abre el nuevo día desde la construcción de una nueva mayoría. Dejando en claro que no es mas de los mismo y de los mismos, podría haber emplazado a los partidos pequeños para sumarse con él, dada su ventaja, respetando el esfuerzo que han hecho, así como sus causas, en el entendido que están garantizadas las oportunidades para todos, como dice el eslogan de la campaña. 

El Llamado más directo y con fuerza debió ser para Pech y Morena si realmente se ubican en la oposición creativa y constructora de un futuro que la sociedad pide a gritos. Dejarse de rijosidades inútiles y pasar a construir con hechos la propuesta colectiva. Porque este no es un proyecto individual, de una sola persona, sino de todos, sobre todo de todos aquellos que han sido marginados de las decisiones.

¡Vénganse morenos al cambio real y verdadero!

¡Vénganse petistas de siempre y sin dejar se serlo!

¡Vénganse priístas honestos para darle a Quintana Roo el rostro que se merece y en el que siempre han creído!

¡Vénganse todos a formar una nueva mayoría con oportunidades para todos!

¡Salgamos todos a votar y pongamos las cosas en claro de una vez por todas!

Dirigido a ellos y a la audiencia, esa parte de sus posibles votantes. Llamar al voto útil pero bien explicado y respaldado. El tema estuvo frío, ausente, desaprovechado.

Finalmente, también faltó el llamado no menos enfático a cuidar el voto y que se respete la decisión legítima de los electores. En esa falta de contundencia la participación se quedó plana, lo cual da ventaja a quien tiene el aparato echado a andar para desfigurar los resultados, ya sea por la modificación directa, ya sea por la anulación del 20% de las casillas.

En el mensaje confiado a la dinámica que se supone ventajosa se pudo estar justificando involuntariamente la trampa. No se creó el ambiente ganador y festivo que suma más allá de los que ya están convencidos, sobre todo cuando las propias mediciones indican un incremento de los indecisos. Por el contrario, el ataque de enfrente inmediatamente puso a circular nuevamente sus encuestas para poner ese aroma a su favor.  

Todo se ha dejado a lo que suceda tras bambalinas en los operativos preparatorios -con el árbitro en contra- y a los acontecimientos del día de la elección. El mano a mano se antoja contra corriente.

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