Espionaje legal

Con una reforma reciente a la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada se le han facilitado las cosas a la PGR para intervenir comunicaciones privadas sin obligación de demostrar que la persona espiada actúa en el crimen. También podrá "realizar espionajes en tiempo real en sitios públicos utilizando cualquier medio electrónico o tecnológico a su alcance, así como dar seguimiento especial a personas e implementar operaciones encubiertas."

Esta ampliación de la discrecionalidad para husmear en lo ajeno hace más difusa la frontera entre la acción de seguridad y la vigilancia intrusiva en política. Y es que en México ha sido un deporte oficial parcialmente documentado la acechanza hacia los contrarios; como aquella monumental red de espionaje ilegal desarticulada en el Estado de México en 2001. 

En una más del ladrón que roba al ladrón, la empresa italiana Hacking Team fue irónicamente vulnerada digitalmente, hackeada pues, y parte importante de su información interna se hizo pública. De ahí se supo que varios países latinoamericanos, particularmente el nuestro por los montos gastados, le habían adquirido para diversas instituciones públicas el software más intrusivo, llamado Remote Control System (RCS), con el cual se invade una computadora o un celular accediendo a toda la información como si fuera el propio usuario.  Se hizo saber que ocho de las diez dependencias mexicanas que compraron el juguete de espionaje carecen de permiso legal para interceptar comunicaciones y acceder a dispositivos electrónicos. Sucedió hace casi un año y ni quien dijera nada. Es solo un caso conocido de todo lo que pulula en el ambiente y ni siquiera sabemos.

Más reciente, el llamado Hacker de Latinoamérica, el colombiano Andrés Sepúlveda, reconoció haber espiado y truqueado elecciones en diversos países, incluida la presidencial mexicana de 2012. El dato lo vemos pasar fugaz entre los noticieros como si fuera película que no nos incumbe.

Ahora la autoridad tiene carta libre a la escucha y la intromisión en la vida privada de quien, por razón de sospecha o interés especial, será objeto de la visita secreta. Con justificada razón se dice que en México hay más grupos de espías de los que te imaginas.


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