Juego perverso en la educación
Ignoro si es que no
se dan cuenta o si de plano es un alarde de provocación. El hecho es que a los
ojos de sus ciudadanos y del mundo en pleno, es el gobierno quien se exhibe
como represor de su propia gente. De los maestros en este caso, aunque se les acuse
de intransigentes. ¿O es el precio por pagar a costos calculados? Porque
aparentemente no se ha aprendido nada de tanta experiencia acumulada en los
últimos cincuenta años. Quien usa la vía de la represión distorsiona el tema
(la reforma educativa en esta ocasión), pierde la batalla mediática al volcar
la opinión pública en su contra (hoy con las comunicaciones con más razón) y
termina por estancar, neutralizar, diluir el tema principal por medio de
negociaciones forzadas por las circunstancias y que nada tienen que ver con el
objetivo progresivo que se pretendía. Es una constante que en México debería
tener patente.
¿Es la reforma
educativa una propuesta progresista? No lo ha demostrado. Coincido en que tiene
más cara de ajuste administrativo y laboral. ¿La letra y la reforma con sangre
entran? A fuerzas ni los calcetines: un tema que debió adquirir el mayor
consenso nacional se ha impuesto en la formalidad atendiendo más a urgencias y
presiones internacionales así como a las pretensiones políticas de quienes lo
proponen.
¿O será pura necedad
de un grupo disminuido de mentores que lo único que defienden son sus
privilegios laborales sin ofrecerle un esfuerzo nuevo al país y sus infantes?
Voy a conceder: aunque fuera cierto, se les responde (una vez más en este país
largamente lastimado) con el perverso juego de llamarlos a negociar, atorar el
diálogo, forzar la provocación, reprimir acusándolos de intransigentes y volver
a llevarlos a la mesa para resolver un híbrido que no será, seguramente, que
los maestros en rebeldía acepten la reforma educativa como esta. Es el circulo
vicioso que se repite con aparente amnesia.
Justo el punto dónde
más me brinca la duda ya que, mientras tanto, la oferta educativa pública
deteriora sus estándares y cede -un día y el que sigue- más y más espacio en
todos los niveles a la intromisión de la propuesta privada, en muchos casos
ideologizada y confesional.
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