El vínculo entre sociedad y gobierno.
Más de 1800
asociaciones civiles diseminadas en la geografía estatal debieran ser una
plataforma de apoyo importante desde la ciudadanía para la implementación en
tierra de los programas y proyectos gubernamentales que tienen que ver con la
atención y el bienestar social. Lamentablemente es un número identificado en el
papel pero que en los hechos dista de ser real. Hay más deseo de organizar para
ayudar que voluntad para hacerlo efectivo. En la práctica solamente un escaso
diez por ciento tiene algún tipo de vida pero solo un puñado tiene actividad
permanente.
Con mucha frecuencia
se dice, regularmente en tono crítico, que deben ser los ciudadanos quienes
tomen decisiones y la batuta de acciones que impactan en la colectividad, ya
sea del estado, de una ciudad o de una zona urbana o rural determinada. Resuena
en el discurso con poca efectividad en los hechos. La sociedad parece una
abstracción de arenga política mientras no se organice y actúe por las causas
de su interés. Con esa realidad se enfrentan los gobiernos que quieran estar
cercanos a la gente y, en el mejor de los casos, migran hacia una relación
simplemente asistencialista o de plano clientelar entre gobernantes y
gobernados.
Consultando con
algunas organizaciones de la sociedad civil que se mantienen activas y a la
expectativa de los cambios en los gobiernos, se derivan algunas propuestas que
pudieran ayudar a hacer más transitable esa relación:
Dar cumplimiento a
cabalidad de los programas y proyectos establecidos, al 100% de los
presupuestos que tengan asignados o susceptibles de gestionar. A veces ni
siquiera se solicitan.
Colocar en los
cargos de responsabilidad del ramo social a personas capacitadas, con
experiencia y vinculados con el tema y con las organizaciones. Gobierno con
sentido y contenido social.
Establecer
interlocución abierta para la consulta, ejecución y evaluación de las políticas
públicas con las organizaciones sociales que cumplan con la normatividad y la
profesionalización necesarias.
Urge una estrategia
para la construcción de ciudadanía: estimular la creación, consolidación y
profesionalización de organizaciones sociales, garantizando el respeto a su
autonomía.
Propiciar el
emprendimiento social: generación y apoyo de proyectos viables para la
sustentabilidad económica de las agrupaciones de la sociedad, con sus programas
complementarios de seguimiento.
Creación de un
esquema funcional de evaluación y control de la política social: definición de
indicadores precisos de medición de impacto. Programando, actuando y evaluando.
Es decir, sociedad y
gobierno en una dinámica única; juntos pero no revueltos.
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