Medios y violencia
Con mucho optimismo
algunos comentarios afirman que la detención en Guadalajara del cantante de
narcocorridos Gerardo Ortíz fue un "jaque a la narcocultura" que pone
en advertencia a sus compañeros de gremio para que la piensen antes de seguir haciendo
apología de la violencia con sus canciones. Otros, en su defensa, aclaran que
los cantantes son solo un medio, entre tantos, que reflejan la realidad
violenta cuya responsabilidad práctica es de otros cuando, por demás, el hecho
es que a pesar de los cortes de transmisión que sufren en los medios formales,
como la radio y la tv, siempre hay manera de difundirlos y cotizarlos porque a
sus seguidores les gusta lo prohibido.
Cada vez más hay
quienes aseguran que los medios de comunicación están jugando un papel decisivo
en la imposición de la violencia como cultura. El tema no es sencillo porque se
cruza con la creciente controversia por la libertad de expresión, muchas veces
arbitrariamente violentada por las autoridades.
Algunas observaciones muestran que el 75% de las emisiones informativas están
directamente asociadas con actividades criminales de todo tipo con lo que
"nos insensibilizan contra cosas que antes veíamos con repudio, por
ejemplo, las muertes violentas que antes causaban estupor hoy son parte de la
vida cotidiana; ya no preguntamos de quien se trata sino, acaso, nos
preguntamos cuántos muertos fueron."
Según un estudio
sobre la Violencia en los Medios publicado por la UNAM desde 1998 "En
México se calcula que los niños, en promedio, han sido expuestos a 8 mil
asesinatos y 100 mil acciones violentas en la televisión, al momento de
terminar su educación primaria" y tal vez hoy con los video juegos sean
muchos más. La UNESCO, por su parte, afirma que la mayoría de los estudios
muestran que la relación entre la violencia de los medios de comunicación y la
violencia “real” es interactiva. Los medios pueden contribuir a una cultura
agresiva.
Otra investigación
afirma: "Los estudios realizados desde la Teoría del Aprendizaje Social han sugerido, además, que la visión de violencia en los
medios de comunicación tiene dos efectos colaterales: reduce la reacción de los
observadores ante el sufrimiento de las víctimas y reduce la sensibilidad de
los observadores hacia los actos violentos."
Es decir, hay una
relación interactiva en la que violencia y medios se influyen mutuamente. Estos
últimos no pueden ser, entonces, ajenos a sus propios efectos y a su
responsabilidad social.
"La violencia cobra cada vez más peso en la programación de radio, televisión, prensa e
Internet, lo cual, a su vez, tiene más influencia en la existencia y percepción
de la misma. No se puede negar que los medios de comunicación tienen una
relación apreciable con la violencia objetiva y subjetiva debido a su
conversión en un actor relevante de la vida política y pública de la sociedad,
sin que su existencia sea claramente visibilizada o, al menos, puesta en
cuestión. Por ello, rara vez los medios de comunicación y sus políticas son
estudiadas y mucho menos cuestionadas respecto a la función que cumplen; más
aún, cuando el concepto de libertad de prensa se ha posicionado como el pilar
central de toda sociedad y por encima de otros principios esenciales."
No creo, sin
embargo, que ello deba significar apelar a la censura. Ni siquiera a la
"moderación" que sería extraordinariamente difícil de precisar cuando
la realidad agresiva, a la vez, no debe ser ocultada.
Me parece que el
asunto va más por el lado de los equilibrios informativos. El escándalo y la
violencia son los que venden para los medios, sin duda. La cara creativa de la
actividad humana en las artes, la cultura y la ciencia, cuando aparecen en los
medios masivos -cuando aparecen- son en
calidad de aderezo inconexo con la vida diaria. Una revisión personal de los
contenidos de los medios que consulto de manera regular me arroja que en la
mayoría no existen secciones de cultura (local o general) y las notas
respectivas son incluidas esporádicamente, como relleno, en espacios dedicados
al espectáculo y a la farándula. De la ciencia, ni hablar.
En el síntoma puede
estar parte del remedio.
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