Menos pobres a la vista

Estaremos escuchando en próximas fechas que la pobreza en México ha sido abatida de manera repentina. Se dirá, con la autoridad que brinda tener los incuestionables datos en la mano, que los programas diseñados para combatirla han dado resultados mejores a los esperados. No es que haya cambiado de manera drástica la realidad, -ya quisiéramos-, sino que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se aventó la puntada de cambiar unilateralmente los criterios para captar los datos que permitan la medición. El concepto a evaluar ya no será el de "reducción de la pobreza" sino que se hablará de "mejora de los ingresos" conceptos que, reconoce, no van a ser comparables entre sí.

Además, los encuestadores serán "más incisivos" con los ciudadanos consultados para que sean realmente sinceros en sus respuestas porque, dice el INEGI, "las personas reportan menos ingresos de los que realmente obtienen". Ya me imagino a los muchachos cambiando su amable imagen con delantal y cachucha por la de gorilas amenazando con aplicar tehuacanazos y bucitos a quien no conteste que es menos pobre de lo que parece.

La decisión del INEGI no solamente está provocando un problema metodológico que impedirá dar continuidad comparativa a la medición de la pobreza porque los datos que se obtengan no serán contrastables con los de años anteriores, sino que ha inducido un conflicto institucional. Constitucionalmente el organismo responsable de hacer la medición de pobreza es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) y el INEGI solamente debe surtirle los datos. Pero éste le cambió la jugada sin consultar y sin avisar.

En agosto se va a aplicar la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) y el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) cuyos resultados dirán, por un cambio del ejercicio estadístico, que hay mejores ingresos.