Un día en el basurero del mundo.
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KHALIL ASHAWI/REUTERS |
Un poco de revisar las notas informativas del día y el ánimo se pone emotivo, sentimental: el mundo se parece a un gran basurero en el que los desechos tienen rostro humano. Almas corrompidas usan a su antojo el poder que se adjudican a la mala o que nosotros mismos les damos. El humanismo parece una reliquia confinada a las aulas y a los templos. Sin embargo, vemos los hechos pasar de largo (si acaso los vemos) y solemos dar vuelta a la página para continuar en silencio con nuestro cotidiano.
Pero hoy no. Hagamos
un repaso de lo que se puede saber en un solo día: a) Abusos sexuales y
explotación, los horrores en Libia de los que huyen los migrantes. b) Los migrantes africanos rumbo a Europa que no pueden
pagar son vendidos a los traficantes de órganos. c) Miles de vidas
inocentes se han perdido en Irak desde 2003 cuando fue invadido, con base en
una gran mentira, por Estados Unidos, el Reino Unido y aliados. d) Secuestros,
torturas y ejecuciones son el día a día en Siria. Las víctimas incluyen activistas
pacíficos e incluso menores de edad, además de persona pertenecientes a
minorías seleccionadas únicamente por su religión. Ahora del país: e) Registra
Guerrero mil 389 ejecuciones en los primeros ocho meses del nuevo gobierno. f) Desaparece el gobierno de Veracruz 645 millones de pesos;
entrega el dinero a empresas fantasma creadas con irregularidades y por
notarios ligados al PRI y al gobernador Javier Duarte. Y algo del
entorno: g) En Quintana Roo una maquinaria institucional compuesta por
funcionarios públicos y notarios auspiciados por el gobernador Roberto Borge
arrebata y despoja el patrimonio de empresas y particulares.
Ninguna diferencia.
Sátrapas del poder. Mafias institucionales. Abuso y violencia.
¿Puede ser la
sociedad más prudente y sabia para escoger a sus gobernantes o es el mismo uso
del poder tan desequilibrante que termina torciendo al más recto?
Para no dejar pasar
el día como si nada sucediera, pongámonos un minuto en la piel de los abusados,
violentados o despojados y no perdamos la capacidad de asombro, de indignación
y de exigir justicia.
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