Cancún plural y diverso
Veo una nota donde
el alcalde de Toronto, John Tory, se hace presente en bermudas y playera polo
para bailar por las calles de la ciudad en el desfile anual del Carnaval
Caribeño. Un hombre caucásico haciendo el intento, entre chusco y grotesco, por
mover el cuerpo como lo hacen los hombres y mujeres de piel morena a quienes
acompaña. Parece un acto obligado en una sociedad que han sido pionera en hacer
norma y costumbre el respeto y estímulo a la diversidad cultural que la
constituye.
Pienso en los
coloridos desfiles anuales que dan recuento de la fundación de la aún joven
ciudad de Cancún y me inclino a pensar que en la construcción de una identidad
para una ciudad tan joven y en muchos sentidos moderna, terminará por definirse
y aceptarse a sí misma como un espacio de encuentro y desarrollo pluricultural.
Lo uso en el sentido más amplio y básico que refiere a "aquellos lugares
geográficos en los que se unen y conviven de manera armoniosa diversas
costumbres y tradiciones culturales" que fueron anteriormente
desarrolladas por grupos sociales que se encuentran en un espacio geográfico
debido a diferentes razones, especialmente por migración.
Parece obvio pero no
necesariamente lo es. La convivencia armoniosa y pacífica entre diferentes
usos, tradiciones y costumbres no es un resultado automático si no hay voluntad
de respetarse y de reconocerse entre sí. La evidencia histórica rige que las culturas
se rechazan, chocan, se superponen y, en algún momento, algunas tienden a
querer dominar y desaparecer a las otras.
Entendida como encuentro y
permanencia con reglas claras de convivencia, la pluriculturalidad está
considerada como un gran valor dado que la presencia arraigada de varias
culturas en un mismo lugar termina por enriquecerlo en materia de
conocimientos, usos, costumbres, tradiciones, ritos, mitos y leyendas.
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