Cuando en Río suena
El deporte, como
mucho se ha dicho, pasó de actividad de esparcimiento, de apoyo a la salud y de
autodemostración de los límites de la capacidad física humana a convertirse en
espectáculo de masas (presencial y mediático) y, por lo mismo, transformó en un
gran negocio. Triunfar en el deporte paga y puede pagar muy bien, no sólo a los
que realizan el esfuerzo. Más bien, en muchos casos y por diferentes razones, los
deportistas son los que menos se benefician.
El control de los grandes patrocinadores
ha llegado a tal nivel que en los Juegos Olímpicos de Río se impuso la
"Regla 40" que impide a los participantes mostrar cualquier marca
comercial que no sea sponsor oficial, pero también puede penalizar a cualquier
razón social por manejar públicamente (redes sociales por ejemplo) palabras,
imágenes o conceptos que tengan que ver directamente con el evento. Se dice que
intenta proteger a los juegos de la comercialización excesiva, defender la
exclusividad de los patrocinadores oficiales y tratar que los méritos
deportivos destaquen más que el márketing. A pesar de ello, algunos
observadores aseguran que la dinámica económica y las redes son tan imparables
que posiblemente Río sea la última Olimpiada con publicidad regulada. Tokio 2020 será la primera con márketing
liberado.
Esa es la cara
pública de un negocio que tiene su lado oscuro; su cara sucia. Si alguien sabe
sobre los manejos y las intentonas ilegales y tramposas para triunfar en el
deporte internacional es el neozelandés David Howman quien se retiró en junio
pasado después de fungir durante 13 años como director general de la Agencia
Mundial Antidopaje. En su diagnóstico general advierte sobre el asunto más
alarmante a atender:
“La mayor amenaza para el deporte es el crimen organizado.
No particularizo en el amaño de partidos o sobornos, hablo de crimen
organizado. Creo que ahora mismo el crimen organizado controla alrededor del 25
por ciento del mundo del deporte, de una forma u otra. Fomenta en los atletas para hacer trampas
por dopaje; distribuye drogas, esteroides, hormonas de crecimiento, EPO
(eritropoyetina, hormona glicoproteica que estimula la formación de
eritrocitos)… Se trata esencialmente de lavado de dinero, el soborno y la
corrupción. Son los mismos tipos malos que están pagando a la gente para
arreglar partidos”.
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