Mal tiempo

El futuro se nos fue de las manos. Sin pretender asumir más responsabilidad que la que personalmente corresponde, la que sea, debo reconocer que el presente que le estamos dejando a nuestros hijos es más incierto y peligroso que el que heredamos de la Segunda Guerra. Me refiero en el planeta, claro, porque vale, y no sólo a lo que sucede en la cuadra de la casa. Si trato de hacer el ejercicio prospectivo de imaginar el futuro con Donald Trump por un lado y la Jihad islámica por el otro el ánimo apenas me alcanza para adivinarlo divertido. 

El caldo de cultivo parece sobradamente nutritivo para que ya sean ¡por fin! los malos quienes ganen en todas las películas y controlen todos los gobiernos. Los malos que empuñan y disparan las armas contra quienes no las tienen, porque quienes las fabrican siempre ganan. ¿Quiénes son, por cierto, los fabricantes de todas las armas? La combustión interna y las armas tienen entretenida a la audiencia. Para explicar al mundo, si acaso te interesa entenderlo un poco, sigue la ruta del dinero, el petróleo y las ojivas.

Encontrar refugio frente a la refriega dentro de las fronteras aztecas no parece alternativa: dice el diario Milenio que este mes de Julio fue el más violento que hemos tenido desde marzo de 2013. Medio país plagado de fosas sembradas con cuerpos humanos. Hay una cosa que parece un arreglo no escrito y que se ha dado en llamar "pacto de impunidad" que resulta muy eficaz para que pase lo que pase, cualquier cosa que pase, no pase nada y todo siga deteriorándose igual. 

Para muestra aquí mismo, en un patio, en el parque o en plena calle, cualquier día aparece tirado un cuerpo sin vida y al otro, algunos más que nadie reconoce ni reclama. Y todos en el plan de: mientras esa agua no pase por mi casa, evito el cate en el corazón.

No perdamos la capacidad de asombro, de indignación y de acción, claman algunas voces sensibles, pero el hecho es que abruma el alto grado de incertidumbre y conflictividad para que la piel social ande cubriéndose de cocodrilo.

No hay autoexilio posible. No hay escape por fuga. La solución -porque alguna tiene que haber ajena a todo suicidio- sigue siendo la misma: resistir con el arte y la cultura. Preparar. Educar. Darle espacio y resguardo a la ciencia. Pensar. Empezar por pensar libre de las ataduras de la línea homogénea. La creatividad es el nicho de la resistencia. 

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