La chamba gratis de Peña

foto Univisión

La curiosidad morbosa tuvo su satisfacción. La apuesta fue alta; el resultado, basura.

A Mr. Trump se le atraganta la arrogancia de manera compulsiva. Termina cada día relajado y satisfecho después de descargar kilos de esquizofrenia. Duerme como período de recarga. Tal vez un especialista diga que es bipolar. Como la mala avenida de doble sentido que es, así como hace enojar demócratas, irrita republicanos. En una jornada inusual puede venir por la mañana a México para decirle "amigo" a Peña Nieto aclarando que el muro va, pero no a causa de los mexicanos que somos buenísima onda, sino por los centroamericanos, la droga y las armas, y por la noche se presenta en Arizona con sus paisanos WASP para ponerlos a temblar ante el peligro de los asesinos inmigrantes ilegales. Queda claro que el discurso de la noche estaba preparado con mucha anterioridad y no sufrió modificación alguna por la visita de la mañana. Vino a hacerse propaganda con verdades a medias y mentiras completas sin modificar un ápice de sus ideas segregacionistas. Como estrategia electoral fue una extraordinaria ocurrencia. Parece que así funciona el personaje. Pero en esta ocasión tampoco le funcionó la maroma; como muchas otras. No le sirvió para nada. Por el contrario.

Ninguno de los interlocutores encontró la manera de sacar ventaja de tener al otro enfrente. Parece que ni siquiera contaron con el tiempo de pensarlo. Mucho menos para bordar un punto medio que les diera beneficios mutuos. Todo pareció improvisado y salió mal para los dos. Cuando vea las encuestas Trump se estará preguntando para qué diablos vino. Peña ya trae encima una nueva bronca mediática previa a su cuarto informe. Como si le hicieran falta.

Quien de inmediato detectó la pifia de ese encuentro fue Hillary Clinton y así lo hizo saber en los medios. Se sabe la más favorecida con ese pedazo errático. Una joya inesperada que de paso le ahorró la vuelta. Tan mal le fue al republicano con los mexicanos que Clinton ya no necesita aceptar la cortesía del presidente azteca. ¿Para qué? Se puede ahorrar el tener que venir a decir aquí cualquier cosa amable con relación a los paisanos. El tema también es manejado de manera ambigua por parte de los demócratas y le resulta innecesario hacer compromisos, que quién sabe si vaya a cumplir (como Obama). La carta mexicana se la puede guardar bajo la manga. Si en el trascurso de la campaña llegara a necesitar el extra del voto paisa pues la saca y listo. Sabe que a estas alturas aquí sería muy bien recibida por la opinión pública. La invitación ya está hecha.

Por lo pronto, Peña le hizo la chamba gratis a Clinton a cambio de molestar más al respetable nacional enojado porque ha recibido a un indeseable "non grato". Si la estrategia era influir en la contienda norteamericana para dejarse sentir aquí y allá, algo hizo, claro, para fastidiar al "amigo" Trump, pero a cambio de nada. Hasta ahorita.

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