Trump quiso Caribe

Foto Homozapping

El enojo de Donald Trump con los mexicanos pasa por el Caribe. Según la revista Newsweek sus razones de fondo para odiarnos no son tan viejas, ni estrictamente raciales, aunque de eso hay. Tienen que ver con intereses económicos particulares, negocios frustrados y litigios por propiedades. La causa más conocida de su descontento la lanzó por twitter el año pasado contra el empresario yucateco Rodolfo Rosas Moya a quien acusa de deberle mucho dinero después de organizar el concurso Miss Universo de 2007, con cuyo evento previo se pretendió aliviar un poco la condición crítica de Cancún después del huracán Wilma. Cobros adicionales que pretendió el magnate newyorkino los llevó a tribunales y perdió. Su enfado es mayúsculo: “El sistema de justicia mexicano es corrupto", dice. Los perdió en Nueva York.

Otro par de asuntos fallidos lo ligan a nuestro país: uno en Rosarito, Baja California, y el otro aquí mismo, en Cozumel. En el primero promovió en el 2006 el Trump Ocean Resort Baja California, torres de condominios frente al mar para más de una centena de inversionistas que terminó en fraude. Lo demandaron y perdió. Tuvo que pagar. En el segundo, a finales de 2008, fue motivado a invertir en el desarrollo Punta Arrecifes Resort que pretendía hacer de la isla un destino de turismo de lujo. Las autoridades del momento le pidieron 20 millones de dólares para cambiar el uso del suelo al espacio destinado y para acelerar los trámites. Se levantó de la mesa y se fue. Había soltado algo de dinero que después recuperó.

Todas ellas son las verdaderas razones por las que escribió desde antes de ser candidato: "No quiero nada que ver con México excepto construir una pared impenetrable y detenerlos para que no vengan a quitar dinero de Estados Unidos”. Motivaciones que no son las de un estadista sino las de un mercader que se siente humillado donde más le duele. 

¿Tuvieron presente el ardor, ese sentir profundo en Los Pinos cuando lo invitaron a platicar? Nada más con leer sus amenazas y revisar los antecedentes uno tendría que sospechar que vendría a confrontar. ¿Mencionó el visitante el asunto en los oídos del Presidente? No lo sabremos. El hecho es que había suficientes señales, mensajes y antecedentes como para prever y evitar lo que sucedió.


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Se dice que entre gitanos no se leen la mano. Pues algo así le pasó a Donald Trump en su aventura en el Caribe mexicano. La historia la cuenta extensamente Jenaro Villamil en la revista Proceso en abril de este año. Siguiendo la veta de la información nos encontramos con datos que dan pistas sobre los personajes que dieron pie a los desencuentros entre México y figuras de los Estados Unidos que adquirieron dimensiones publicitarias internacionales.

En el diario Los Angeles Times es posible encontrar declaraciones que denuncian las formas sucias de hacer los negocios y acumular su riqueza por parte de Trump. Una sorprendente mención de tropelías financieras y comerciales realizadas "durante décadas en la construcción de un imperio de negocios en el sector inmobiliario, casinos, campos de golf, realitys de televisión, venta de ropa y otras mercancías, en los que Trump ha dejado una larga estela de clientes y proveedores enojados que lo acusaron ante los tribunales por sus estafas ". Un pájaro de cuenta que pretende ser Presidente de la gran potencia.

Por eso cobra sentido que el empresario yucateco Rodolfo Rosas Moya diga que cuando le pidieron que actuara como garante económico con terrenos en la Riviera Maya para la realización del concurso Miss Universo 2007 dudó de firmar ya que "notó que la empresa de Donald Trump estableció una estrategia para generar conflictos, para posteriormente llevarlos a un proceso judicial." Esa previsión sería la causa de que cuando el magnate, efectivamente, hizo el reclamo de las garantías en los tribunales mexicanos y norteamericanos no haya tenido éxito. Rosas Moya presume: "le dolió que sus 300 abogados fueran vencidos por dos míos”. 

Sin embargo, el ahora candidato presidencial tiene su propia versión: “Tengo una demanda en el corrupto sistema judicial mexicano que gané y que, hasta ahora, no he podido cobrar. No hagan negocios con México”, ha dicho en Twitter. Se expresa de esa manera porque, dicen, el juez local de la causa, para fallar a su favor, le pidió una mochada de 7 millones de pesos que se negó a pagar.

Pero Villamil y otras fuentes tampoco dejan bien parado al empresario yucateco en cuanto a su estilo de hacer negocios, al amparo de vínculos inconfesables muy estrechos con los gobernadores de Yucatán y Quintana Roo. En marzo de 2015 el portal Progreso Hoy lo señala en operaciones millonarias fraudulentas con tierras de esa localidad, apoyado en autorizaciones y cobijo del mandatario estatal. Entre gitanos.


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Colonizando Cozumel. Cuenta Jenaro Villamil en su artículo de Proceso "Donald Trump en el Caribe, la raíz de su mexicanofobia" (también publicado en el portal Homozapping) que el newyorkino llegó a la localidad en 2008 de la mano del empresario inmobiliario, también yucateco, Fernando Barbachano Herrero, propietario de terrenos privilegiados en la isla, con la intención de desarrollar en ellos un complejo turístico de los más altos vuelos. 

Serían los hijos de ambos quienes se harían cargo de ponerse de acuerdo y llevarlo a cabo. El proyecto Punta Arrecifes Resort lucia tan bien que, cuentas las crónicas, los jóvenes Trump eran invitados especiales en los informes del gobernador Joaquín Hendricks.

Doce kilómetros de bellas y exclusivas playas que el presidente municipal de ese entonces, Gustavo Ortega, pondría legalmente disponibles y a tiempo si se le otorgaba la "mochada" de 20 millones de dólares. Hasta ahí llegó el encanto. Todos se quedaron sin negocio y Ortega cargó con un broncón social de protestas y manifestaciones ecologistas en contra del proyecto.

Reseñas posteriores aseguran que en 2011 los Barbachano revivieron públicamente la iniciativa, más modesta en sus alcances y por etapas, contando con la bendición de una nueva administración municipal. Ya no se habló de la participación de los Trump aunque se les sospechaba tras bambalinas, atrincherados en Miami.

Las protestas ambientalistas regresaron con la advertencia de riesgo ecológico ya que en el sitio "se absorbe de forma natural el agua dulce de la que depende toda la vida en la isla, tiene manglares, lagunas costeras, dunas, es santuario de tortugas y cuenta con extensas colonias de vegetación protegida por las normas oficiales mexicanas". Finalmente, en septiembre del 2012 se determinó declarar a la zona como área natural protegida, con el carácter de área de protección de flora y fauna.

Donald Trump quiso agenciarse en un par de ocasiones, por lo menos, su pedazo de Caribe mexicano y no lo consiguió. Por eso, berrinchudo, ahora nos quiere tapiar. 

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