La mano izquierda
En
diferentes niveles del gobierno estatal, por primera vez, proliferan nombres
reconocidos por su vínculo partidista con el PRD, lo cual puede suponer que la
izquierda se ha alzado con un objetivo: gobernar en el estado. No hay tal. No
existe una línea política unificada y direccionada en ese sentido. El fenómeno
responde a las alianzas establecidas para la elección y, en el detalle, a
negociaciones, asimilaciones e invitaciones individuales o de grupos y
corrientes, no a un proyecto político. Entendámosla solo como una oportunidad
para hacer valer los principios y valores de la izquierda -en una especie de
Gobierno de Coalición- siempre y cuando los individuos involucrados muestren esa
disposición en el ejercicio de su trabajo y alcancen a imprimir su influencia
en las acciones del gobierno. Oportunidad que llegó casi fortuita,
providencial, después de la progresiva disminución de la aceptación electoral
de la izquierda.
Hoy la
izquierda quintanarroense está orgánicamente pulverizada. En sus mejores
momentos intentó infructuosamente gobernar el estado con altos niveles de
competitividad electoral, con su propia fuerza y en condiciones adversas, hasta
llegar a este punto en el que, en alianza con el PAN y con candidato a
gobernador proveniente de PRI, se ha colocado en el nivel de corresponsabilidad
sobre el presente y futuro de los habitantes de la entidad. Habría que hacer un
balance general de los gobiernos municipales que han compartidos PRD y PAN pero
es evidente que no serían el ejemplo a seguir (ni los resultados a esperar) en
este nuevo ejercicio estatal en el cual, además, hay factores adicionales y
ninguno de los dos es el actor principal.
Institucionalmente,
los partidos hacen política para gobernar. Ese es su objetivo primordial y su
fin último. Para eso tienen un programa que le ofrecen a la ciudadanía y que se
diferencía de las otras ofertas políticas. Ese punto de referencia hoy está muy
deslavado y es muy poco atendido. Las preferencias del electorado se fijan más
en las personas y en sus propios enojos que en las propuestas. Además, muchos
activos políticos, de cualquier color, ponen todo su interés, muy personal, en
ocupar cargos de representación o "espacios" de gobierno no importa
por que vía lo consigan.
Sin
embargo, las orientaciones programáticas siguen ahí y aunque no se vean hacen o
pueden hacer la diferencia.
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