Pobreza y nuevos paradigmas

El gobierno del estado se quiere significar por tener cara social. Con resultados. Varias voces, empezando por la del gobernador Carlos Joaquín, lo han dicho reiteradamente desde la campaña. Las directrices establecidas dan prioridad a ponerle atención especial a los grupos sociales más vulnerables y, a partir de ello, a solucionar un flagelo absolutamente inaceptable en tiempos de sobreproducción y desperdicio: el hambre. Cerca del 10% de la población quintanarroense se encuentra en esa circunstancia.

Llegó el tiempo de transformar los planes en hechos. Para eso hay que cortar de raíz. Cambiar paradigmas. Modificar los parámetros. Tiene razón Julián Ricalde, Secretario de Desarrollo Social e Indígena, cuando afirma que esta vertiente del gobierno debe caminar sobre “otros andamiajes” que sean capaces de disminuir, por ejemplo, los índices de pobreza.

La disección entre pobreza rural y urbana ha tenido históricamente en la región una diferenciación entre los apartados (y en cierto sentido segregados) asentamientos de origen maya frente a todo lo demás. Sin embargo, la pobreza urbana se complejiza y con ello dificulta la adaptación de los programas para su solución. Se necesitará mucha creatividad ante la creciente migración hacia las ciudades de pobladores provenientes, también, de regiones indígenas, pero en muchos casos de otras latitudes, costumbres y culturas distintas a la maya.

Hasta ahora la política social oficial (si se le puede llamar) hubo de concentrar recursos y esfuerzos humanos en reproducir ese tipo de clientelismo humillante que intercambia prebendas por lealtades (eventualmente transformadas en votos) y que puede tener coberturas tan loables como despejar de basura las calles y las viviendas para cambiarlas por alimentos. Hay que decir que ningún programa social o brigada de acercamiento de los servicios públicos al ciudadano, por sí mismos, son descartables, pero las variantes distorsionadas aplicadas en la localidad adquirieron el grado emblemático y simbólico de la corrupción lo que obligan, como también lo dijo Ricalde, a que se vayan a la basura.

La política social, por cuenta propia, no resuelve la pobreza de las mayorías. Pero tendrá que ser un paliativo necesario. Para que tenga efectividad tendrá que ser coordinada entre los diferentes niveles de gobierno. Y se deberá ver reflejada, además de en los programas creativos y novedosos, en el presupuesto. Veremos si hay voluntad política para hacer del deseo certidumbre.

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