Estamos bajo la lupa

Si usted es o ha sido en los últimos años empleado o beneficiario de la Sedesol lo más probable es que su nombre aparezca en uno de los listados archivados en las bases de datos nada más y nada menos que de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA en inglés) de los Estados Unidos. La agencia es el gran corporativo espía de los norteamericanos, su Big Brother. La sede se encuentra en Fort Meade, Maryland, y, por lo que se ve, le ha dado por meter la cuchara más allá de sus fronteras.

El espía ha sido espiado. 

El grupo de hackers internacionales The Shadow Brokers obtuvo y divulgó información sobre el espionaje que la NSA ha realizado en 49 países, incluído en nuestro. Instituciones con la UNAM, Sedesol y la Secretaría de Gobernación serían parte de sus objetivos. Esta última ha desmentido el hecho afirmando que “los servicios electrónicos de esta dependencia se encuentran seguros, no están comprometidos y operan de manera ordinaria”. Sin embargo, especialistas en el oscuro submundo del espionaje digital lo han dado por bueno.

En realidad ésta esta es una más de evidencias que se han difundido sobre las actividades internacionales ilícitas de la agencia. En diciembre de 2014 se supo que "el diario The Intercept ha descubierto una ambiciosa operación de la NSA llamada AURORAGOLD que quiere aprovechar cada red de telefonía celular en el mundo. El hallazgo, revela que la NSA interceptó miles de correos electrónicos enviados entre las empresas con el objetivo de identificar las debilidades de seguridad en la tecnología móvil. Los documentos revelan que la NSA ha estado trabajando con esa información para introducir clandestinamente nuevas fallas en los sistemas de comunicación, precisamente para que puedan ser aprovechados en el futuro." Y así por el estilo.

No nos quedamos atrás.

Vistas las cosas desde nuestra región, en mayo de este año, en una conferencia impartida por la organización civil Derechos Digitales, se denunció que el espionaje digital es una práctica común en América Latina. "Los gobiernos de Brasil, México, Colombia, Chile, Ecuador, Honduras y Panamá compraron y usaron el software de espionaje más intrusivo proporcionado por la empresa “Hacking Team”." Siendo nuestro país el cliente más importante para esa empresa. "El software de espionaje “Remote Control System” (RCS) permite acceder a una computadora o a un celular como si fuera el mismo usuario. De esta manera se interceptan fácilmente todo tipo de contraseñas, contactos, correos electrónicos, llamadas, conversaciones de Skype, lugares visitados de internet y toda información almacenada en los dispositivos. Sin embargo, su uso es contrario a los estándares legales de cada país de la región y viola el derecho a la privacidad, a la libertad de expresión y a su debido proceso." 

La absoluta mayoría de instituciones mexicanas que compraron con dinero público el software de espionaje carecen de permiso legal para interceptar comunicaciones privadas y acceder a dispositivos electrónicos. Se trata de: CISEN; Procuraduría General de Justicia del Estado de México; Secretaría de Seguridad Pública de Tamaulipas; Secretaría de Planeación y Finanzas de Baja California; Policía Federal; Secretaría de Marina; Petróleos Mexicanos; y los estados de Jalisco, Querétaro, Puebla, Campeche y Yucatán. Otras fuentes aseguran que directamente debe agregarse a la Secretaría de Gobernación entre los usuarios de éste software.

Bajo el microscopio o dicho apropiadamente: ha ido espiado el espía que espiaba a nuestro espía. 

Por lo menos desde hace un par de sexenios el gobierno mexicano ha contratado los servicios de empresas especializadas en la "recolección de datos" bajo el argumento de detectar criminales. Otra fuente lo verifica de esta manera: "VERINT, empresa que fue creada por los servicios de inteligencia israelíes, distribuye equipo de espionaje en México a través de la empresa SOGAMS, misma que le ha vendido tanto a la Policía Federal Preventiva (PFP), Sistema de Administración Tributaria (SAT), Petróleos Mexicanos (Pemex) así como al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). También a instituciones de seguridad como la Marina Armada de México, el CISEN, la PGR y la Policía Federal quienes podrá tener la ubicación y datos de mexicanos sin necesidad de una orden judicial."

Por lo menos desde 2014 la organización R3D por los Derechos Digitales viene pugnando para que se transparente la información oficial sobre el número de las personas y los dispositivos intervenidos, así como las razones. "El espionaje por parte del Gobierno mexicano tendría impresionantes alcances pues carga con un amplio historial que incluye la compra de software espía, la intervención de las comunicaciones y una legislación ambigua que permite el almacenamiento y consulta de los metadatos telefónicos de todos los mexicanos."

Otros nombres de empresas digitales, dependencias y funcionarios aparecen entrelazados en esta madeja que tiene una misma hebra de jale: el espionaje institucional sobre los ciudadanos. En septiembre de este año se supo de una segunda compra grande de equipo, después de la de 2014: "El software de espionaje Pegasus, el más sofisticado en el mercado y capaz de escuchar, ver, capturar texto, imagen y contactos de cualquier teléfono inteligente, fue adquirido en México por la Procuraduría General de la República (PGR) durante la Administración de Jesús Murillo Karam, revela el diario Reforma. Dos medios internacionales, el israelí Haaretz y The New York Times, informaron la semana pasada que el Gobierno de México pagó 15 millones de dólares por este sistema de intercepción desarrollado por la empresa israelí NSO Group."

Bajo la lupa.

El espionaje es un asunto de siempre y de todos los días. En todos los niveles de las relaciones humanas. Lo que cambia a través del tiempo son las formas de realizarlo, donde los avances tecnológicos son factor. Sin embargo, en cuanto al objetivo, estamos viviendo un cambio histórico cualitativo en el espionaje institucional: pasó de ser dirigido hacia entes específicos como gobiernos, ejércitos, empresas o algunos individuos en particular, a la posibilidad de realizarlo de manera masiva contra todas las personas. Se ha hecho posible indagar desde posiciones remotas y sin necesidad de abrir alguna gaveta, cualquier dato personal individual, desde el nombre completo y el domicilio, hasta los gustos, temores y preferencias.

A la vez, podemos ser testigos presenciales o a distancia de hechos y sonidos en condiciones y tiempos que en otros momentos eran inimaginables. "Testigos de la historia" tal y como sucede. Pero también podemos ser sujetos involuntarios de la misma y no de la mejor manera. Depende de quién grabe, filme o tome la foto. Las formas de hoy alcanzan niveles infinitesimales de intromisión en la vida íntima de las personas que da escalofríos saberse objeto de esa posibilidad, sin siquiera darnos cuenta.

Así, la intimidad es un concepto (en muchos sentidos una necesidad) que se reformula enfrentándose a la intimidación. Temor a no tener vida privada. Una amenaza etérea, imprecisa, incorpórea, "virtual" que cada quien ha de imaginarla como se le aparezca.

La universalización de las nuevas tecnologías permite que donde alguien ponga un cerrojo a su información habrá otro alguien capaz de abrirlo, ya sea por interés o por deporte. Estamos bajo la lupa. Tenemos que vivir con eso.

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