Fuegos ¿artificiales?
A fuerza de tanto uso cotidiano los
juegos de palabras pueden engañar a nuestros sentidos, extraviándonos de su
verdadero significado. Está científicamente comprobado, con fórmulas muy precisas,
que combinar la pólvora con la chispa es tan real como los intentos de derrumbar
fortalezas a punta de cañonazos. Sin embargo nosotros, tan tradicionales y
costumbristas irreflexivos, nos podemos referir a esa mezcla explosiva como “fuegos
artificiales”. Hasta que la prueba empírica nos demuestra lo contrario.
Igual de engañosa puede ser la
percepción que nos hacemos del mundo cuando pretendemos conocerlo simplemente porque
nos exponemos a los chispazos informativos que, por su naturaleza, suelen ser
inconexos entre sí.
La primera imagen que vi de los
destellos y el humo expansivo fue de muy corta duración (a modo de GIF) en una
página web de noticias. Me pareció escena conocida (aunque no vivida) y, sin
observar más, con esa asociación de ideas experimenté un leve sentimiento de
pena y frustración por la violencia y destrucción que está sufriendo la gente
indefensa en aquellas tierras lejanas que alguna vez albergaron y expandieron
tanta cultura; misma que a lo largo del tiempo llegó hasta nuestras propias
tradiciones. En las páginas principales de los diarios de todo el mundo estaba
el cuerpo baleado del embajador ruso en Turquía –artífice del cese al fuego en
Alepo- y seguramente las represalias surcaban el cielo en el norte de la
mítica Siria. ¿Qué otra cosa podría ser? La humanidad, como siempre, tan
autodestructiva desde que Prometeo tuvo el desliz de poner en sus manos la flama incandescente.
Fue en un segundo momento, por
comentario ajeno, que pude ubicar el punto focal de los estallidos más cerca de
mi cotidianidad y fuera de toda mitología: Tultepec, ¡otra vez! La necia manía
de mercadear a mansalva con el fuego festivo. Al cabo que es artificial hasta
que, repito, demuestra lo contrario.
No por casualidad ha circulado
durante estos días una campaña improvisada en las redes sociales por parte de
quienes piden que se termine con el uso de la pirotecnia como instrumento para
los festejos. El drama de Tultepec parecería ser una sobradísima razón
justificante.
Sin embargo, no estoy seguro que
la solución preventiva para evitar estos desastres debe ser la prohibición
total (para pasarla al circuito turbio del mercado ilegal) o si, por el
contrario, es hora de hacer más estricta y rigurosa la norma para su
elaboración, acopio, transporte y uso final. Grandes acontecimientos del
espectáculo internacional (y otros más locales) en países de alto nivel de
desarrollo utilizan la pirotecnia de tal manera que la hacer ver, precisamente,
como artesanía artística (aunque cada vez más tecnologizada); un juego inofensivo.
Por lo demás, el cuestionamiento al
uso de la pirotecnia puede ubicarse dentro de una modernista ola expansiva que
está poniendo en tela de juicio algunas de nuestras tradiciones más añejas que
fomentan o exaltan la violencia y el riego. Caso de la tauromaquia e, incluso,
el contenido bélico del himno nacional. Nada menos.
Comentarios