Justicia, el caso Sonora

El gobernador que más recientemente ha caído en desgracia, que es decir en manos de la justicia, es el sonorense y panista Guillermo Padrés. La ruta de su descenso puede servir de referencia aunque no necesariamente los próximos tienen que suceder igual. Quintana Roo ya tuvo su peculiar caso icónico.

El gobierno de Padres fue tan impresentable que logró poner a la mayoría de los sonorenses en su contra. La elección de junio del 2015 favoreció a la priista Claudia Pavlovich quien encabezó una coalición que hizo una campaña que supo en donde pegaba: "Por un gobierno honesto y eficaz". A partir de entonces la sociedad norteña pego con intensidad la exigencia a la nueva gobernadora: ¡Cumpla!, haga justicia y que no haya impunidad para Padres y sus secuaces.

Un año después, en junio de 2016, una desesperada Claudia Pavlovich hizo profusa difusión nacional, en desplegados, notas periodísticas y videos, de una carta enviada a la PGR en la que exigía la certeza de que no habría impunidad para Padrés. Hacía tiempo que había agotado los procedimientos y presentado toda la investigación que estaba en su propia competencia.

Esta denuncia pública sucedió unos días después de las elecciones locales de 13 estados en las que el PRI perdió varios estados, entre ellos Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo cuyos mandatarios han estado en la mira por sus manejos desaseados. En el imaginario político el hecho se tomó como una presión priista en el juego de contrapesos aunque, en los hechos, el gobierno sonorense seguía bajo fuerte presión social por incumplimiento de justicia, a pesar de que en el trayecto habían caído algunos funcionarios de la administración anterior.

Fue hasta noviembre pasado que Guillermo Padrés se entregó a la justicia para enfrentas cargos por dinero de procedencia ilícita y defraudación fiscal, por los cuales supuso demostraría inocencia, aunque de inmediato le agregaron delincuencia organizada y lavado de dinero. Todos del orden federal.

Sigue preso y se declara perseguido político. El imaginario está a la espera de que tampoco queden impunes los que recién salieron. ¿Tardara tanto tiempo?

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