En memoria del pensador sólido

Entre ingenieros nos encontramos. Algunos esperanzados en que llegue alguien con el poder supremo de resolverles la vida le han pedido al ingeniero Slim que se ponga la playera tricolor y la banda presidencial. Si Trump pudo, ¿por qué no? Pero el que salió al paso fue el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para contestarle al presidente Peña aquello de “¿que hubieran hecho ustedes?” a propósito del gasolinazo.


Sobrio y directo como suele ser le puso el punto a las carencias de la política energética oficial: se pueden hacer las cosas de otra manera y los costos económicos y sociales serían menores. Lo sorprendente es que sonó como el asesor que no había sido consultado y no como el líder político de oposición que fija una estrategia diferente a la gubernamental.

He venido diciendo, recordando al general Cárdenas -el padre del ingeniero- que necesitamos en momentos críticos como el actual, líderes y estadistas y no administradores de la crisis. Es entonces que el filósofo, desde su lecho de muerte, viene a recordarme la triste realidad con la que debemos lidiar: “Ya no hay líderes sino asesores”.

Zygmunt Bauman ha muerto. El pensador sólido, padre de la “modernidad líquida” nos deja en un mundo lleno de incertidumbres, sin asideros, desparramado como el fluido que se nos escapa entre los dedos. Muchas de sus ideas y reflexiones (como la antes mencionada) nos seguirán ayudando a entender las condiciones de la existencia moderna, aunque no necesariamente a sobrellevarla con comodidad. Pero esa era parte de sus intenciones: un pesimista que no escribía para agradarnos sino para agitar la conciencia.

Tomo otra de sus frases para llevar puestas: "Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos”. Descanse en paz.

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