Vuelta a escena
Los actores por la disputa presidencial del año próximo están
en pleno ensayo general. Los escenarios están tomando forma de manera
anticipada; como suele suceder cuando las ansias y los intereses en juego son
superiores a las reglas que las controlan y a los árbitros que las deberían
hacer cumplir. Un ensayo en el que quien proponga escenas fallidas o haga mal
sus piruetas se queda fuera.
Electoralmente, el Estado de México está perfilando los
indicadores de lo que podrá ser la contienda del año próximo. Si en la mera
tierra del actual grupo en el poder nacional toma forma el descontento
ciudadano, al grado de elevar las posibilidades electorales de Morena con una
candidata prácticamente desconocida, tanto el PRI como el PAN (con su histórica
diferencia) tendrán la oportunidad de mostrar la dimensión y profundidad de los
intereses que los unen. El tema es quien le abre el paso a quien, y por lo que
se ve el tricolor no se encuentra en las mejores condiciones para ponerse
exigente.
Veracruz se abrió, de repente, como la otra pista del
espectáculo: el escenario político. López Obrador le dijo sus cosas al
gobernador Yunes, éste le contestó y luego de vuelta. El tema: Morena habría
recibido financiamiento por parte del defenestrado y fugitivo exgobernador
Javier Duarte, a la razón de 2.5 millones de pesos mensuales. El tabasqueño
reta que si se lo comprueban se va de la política. El primero se refirió al
partido y el segundo lo tomó como señalamiento personal. El partido soy yo.
Veremos cómo lo desenredan.
Pocas oportunidades como la que le está poniendo López
Obrador a Miguel Ángel Yunes para que el PAN (y de paso el PRI) se deshagan
políticamente del él. Si es que puede demostrar sus dichos. Es el enemigo a
vencer por la presidencia. Una vez más. Toda encuesta lo pone como puntero
indiscutible. Ya lo libraron un par de veces antes; sólo que ahora la situación
del país y el ánimo ciudadano están enredado en un capullo explosivo que puede
reventarse en las urnas.
Más que un denunciante sólido, hasta ahora el gobernador Yunes
se ha comportado como un farol histriónico, mediático pero inefectivo, quemando
fuegos artificiales. Al tomar posesión dijo, entre otras espectacularidades,
que daría la noticia que podría al país de cabeza. Estamos parados esperándola.
Pero algo se huele en esta historia veracruzana: la carta de
cambio para su impunidad puede estar en manos del propio Javier Duarte si deja correr la
evidencia de que apoyó a Morena para evitar (infructuosamente) el avance del
PAN-Yunes. Lo mismo podría suceder con el exgobernador Roberto Borge en
Quintana Roo. El que clave a Morena-AMLO se salva.
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