La tensión generacional que viene



"...: indescifrable a primera vista, como una piedra sagrada cubierta de incisiones y signos, la máscara del viejo es la historia de una facciones amorfas, que un día emergieron confusas extraídas en vilo de una mirada absorta. Por virtud de esa mirada las facciones se hicieron rostro y, más tarde, máscara, significación, historia."

Vuelvo ahora a Octavio Paz casi por casualidad, porque El Laberinto de la Soledad estaba misteriosamente a la mano, pero es seguramente por una causa profunda que no pretendo revelarme como complicación. Es tan simple como que el laberinto sigue ahí, tan solitario y extenso como siempre. 

Lo que no es casual es que el libro esté precedido por una cita de Antonio Machado cuya frase inicial es demoledora: "Lo otro no existe: tal es la fe racional; la incurable creencia de la razón humana." Por eso cuando lo otro da muestras de querer existir, la racionalidad más obtusa trata de eliminarlo. La soledad tiene justificado conservar el laberinto.

Eliminar al otro que no debe existir es la reacción activa que de manera cíclica se presenta entre quienes, al final, son los menos racionales. Son simple reflejo de las derivaciones del comportamiento social que ya es historia convertida en el patrón violento de la exclusión del otro, siempre queriendo encontrar culpables ajenos de los momentos críticos; ya sea en los judíos, los negros, los homosexuales y ahora en los migrantes, por ejemplo.

Las facciones del envejecimiento mundial siguen siendo amorfas y no se alcanzan a ver aún, en toda su dimensión, por parte del conjunto de la sociedad. Un buen día, dentro de poco, emergerán confusas extraídas en vilo de una mirada absorta. Será un hecho consumado. Será tarde. Será verdad. Será rostro y máscara. Significará la nueva historia y entonces, la fe racional querrá creer que no existe. Deseará que no exista.

Lo que hoy es invisible por omisión y marginación será conflicto. La masificación global de la vejez (con sus desniveles territoriales y raciales, por cierto) en su progresiva, creciente e inevitable percepción por parte del colectivo -en algún momento de su revolvente crisis existencial- va a desembocar en reales e inventados choques y controversias generacionales por el espacio, el trabajo, el amor y el consumo. 

Seremos los viejos el nuevo otro que para los más nuevos no debe existir.

Y sin embargo...

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