AMLO se juega un volado con la historia.

Los que entienden perfectamente bien (aunque se hagan) el sentido directo del mensaje son los destinatarios. AMLO ha dicho a los jerarcas del PRD que con ellos no va en el 2018. Ni tampoco a la vuelta de la esquina, porque le roban la cartera.

Los coloca en la picota a merced de los días que corren pero sobre todo en la perspectiva histórica: son parte de lo mismo que se propone erradicar. La mafia del poder; el pacto de impunidad o cómo se les quiera llamar. Aunque, claro está, en calidad de socios minoritarios o arrejuntados subordinados de los mafiosos predominantes.

Si eso no lo entienden o no lo quieren ver quienes claman desaforados por una supuesta unidad de las izquierdas “para derrotar al sistema” es porque son ilusos, se engañan solos, ven afinidades ideológicas donde no las hay, entienden la política moderna como un manual de geografía, andan en plan malintencionado o de plano…

Fiel a sí mismo y a su forma de entender el cambio para México, AMLO rechaza con desprecio a los que considera mercaderes izquierdizantes de la política. Aunque en esos menesteres de ajustar cuentas con sus justificados rencores de pasado amarillo, luego se eche como carga muerta en la espalda a otro tipo de granujas de todos colores.

Las cosas pudieran cambiar porque, precisamente, en los jaloneos por el poder hay brincos y modificaciones a cualquier hora (sobre todo a última hora), pero por lo pronto el mensaje, después del desaguisado del Estado de México -donde nadie puede chuparse el dedo de quien trabajó para quien, además de para su propia causa- es que AMLO no estaría buscando la Presidencia sea como sea, aliado con quien sea (menos con quienes ya sabe que solamente se acomodan para beneficiarse a sí mismos. De otros que andan tras el todavía no lo sabe. O no quiere saberlo).

Será verdad o queda en duda para poder creerse, pero esa es la perspectiva que se juega cuando declara que más vale solo que mal acompañado. Es un volado. 

Le está diciendo a la sociedad que su propuesta totalmente autónoma es la única posibilidad (por ahora, pacífica y electoral) para hacer un cambio nacional de fondo. Verdadero. Que si lo quiere, lo tome. Que si no… que luego le haga como pueda; que asuma las consecuencias de seguir con más de lo mismo o tantito peor, que lo pelee de otra manera. En un acto de desafío extremo (y tal vez de cansancio desesperado) pone el futuro en manos del electorado que no es controlable.

Nadie se llame a engaño. AMLO sabe lo que está planteando. No es un berrinche ni, necesariamente, un autogolpe anticipado. El todo o nada también es una apuesta en la competencia. Y esta parece haber llegado a su posibilidad límite. 

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