Los hombres del negro

Presentación de las Brigadas de Autodefensa Quintanarroenses / foto Facebook
Es imposible sustraerse a las manifestaciones de surrealismo gótico que se presentan en el Caribe azteca maya. 

Vestidos de negro, con playeras ajustadas estilo "gózame", un grupo de hombres (para evitar las debilidades de la equidad en un caso de tan seria fortaleza como este) han dado a conocer el surgimiento de las sui géneris Brigadas de Autodefensa quintanarroenses. 

Brigadas de vigilancia y de agitada locución acusatoria contra el mal gobierno estatal, se dice. Que no brigadas armadas (por ahora, también se dice).

En un primer momento pensé que se trataba de un intento de autodefensa frente al crimen violento, organizado o no, que pulula con intensidad en las calles últimamente, pero no, a ese ni se le menciona. Las relucientes brigadas de agitación verbal pueden convivir perfectamente con ese inconveniente porque, seguramente, no les afecta. 

A ver si el doctor Mireles, él autodefensa original, no se manifiesta contrariado por el plagio (y por ser tan distorsionado y light) de su bravía iniciativa que lo llevó a la cárcel por defenderse.

En voz atropellada del señor Mimenza, ese confuso personaje tan histriónico como contradictorio, se ha dado la voz de arranque de las susodichas brigadas, arremetiendo contra el gobierno estatal de Carlos Joaquín, pero recargando la metralla hacia los maléficos poblanos que habría puesto a trabajar aquí, con turbias componendas, el gobernador de allá Rafael Moreno Valle. Personalizando los señalamientos más incisivos sobre el encargado de los dineros estatales, Juan Vergara, y sobre el de la política interior Francisco López Mena. 

¡Ah, que autodefensas tan peculiares!

A Mimenza se le ha visto antes desaforado contra la corrupción de Borge posteando vídeos de sus denuncias aquí y allá. Entonces se dejo sentir como el adalid para abatir al enemigo común de todas las conciencias tranquilas. Ahora enfoca sus baterías contra la poblaniza invasora del corrupto Moreno y su mafia, dice. 

Y en eso habrá, claro, otros coincidentes comunes. Algunos actores políticos que, aunque guarden silencio, estarán de acuerdo con él: 

En el PAN, porque son muchos los que no quieren a Moreno como candidato a Presidente. En el PRD, desde luego, porque les ocuparon en el gabinete espacios que supusieron les correspondían. Y en el PRI ni se diga: el gobernador panista de Puebla salió de sus filas a la mala y perviven rencores con buena memoria.

Joaquinismo: ni un morenismo ni el otro.

El joaquinismo es priísta por definición, a pesar de las diversificaciones que se puedan haber hecho para las escaramuzas electorales. Factor de poder local real -poniéndolo en condición de categoría política quintanarroense, más allá de apellido y familia- es hoy un ente aglutinador de voluntades y de intereses diversos pero compactos. Incluye a personajes de la vida pública, exgobernadores incluso, aunque en estos días parece que Mario Villanueva se hace a un lado, según dice en una dura carta pública dirigida al gobernador Carlos Joaquín.

Para recuperar esos espacios de poder que en los últimos años se han disgregado, el joaquinismo ha tenido que hacer las alianzas políticas y económicas necesarias. Avanzado el proceso, es de esperar que esforzará el empeño para recobrar el control local del partido de origen. En la medida en que el PRI sigue siendo, a pesar de los vaivenes, el partido nacional mejor plantado no hay razón para no hacerlo. Es la vena y la escuela. La plataforma que mejor conoce y maneja.

Que una parte del joaquinismo esté ahora por fuera del PRI es culpa de los que alteraron acuerdos y cerraron las puertas, no por deseo sumiso, interés aventurero de fuga o tragedia eterna. En todo caso ha sido un paso necesario por voluntad de poder. Porque ya con el poder del gobierno estatal en las manos, recuperar el terreno matriz se convierte en totalmente viable y pasa por dar la pelea adentro del partido para desplazar al felixismo con el fin de crear una nueva hegemonía; pero también pasa por irse sacudiendo alianzas extra partidarias que rápido agotan su temporalidad por incómodas.  La refriega por la reconquista pasa por la depuración interna. 

Moreno Valle se fue del PRI al PAN -dejando atrás larga tradición familiar del morenovallismo en Puebla- para ser senador, gobernador y ahora pre candidato presidencial blanquiazul. Sin embargo, Moreno no será candidato a la Presidencia porque los grupos mayoritarios que controlan al PAN no lo van a dejar pasar, por mucho que se mueva, maniobre y le invierta. En el PRI está apestado por saltimbanqui y rala la posibilidad de que el PRD lo quiera para bandera. Éste necesita enchufar la nariz en algo que le de oxígeno artificial y no en alguien que lo termine de asfixiar. Le queda inventarse independiente.

Por el contrario, el joaquinismo se fue parcialmente del PRI hacia ningún lado partidario, sólo para recuperar el poder local, utilizando el apoyo del PAN (del PRD y otros extras) mientras los necesite. Su ruta es distinta: tienen a un miembro connotado en un primerísimo nivel del gobierno federal priísta lo cual, por ese solo hecho, lo hace candidateable presidenciable. Que suceda o no es otra cosa, pero la apuesta está puesta aunque no se diga. El intento se hace.

No hay, pues, ninguna razón joaquinista para dejar los dedos detrás de la puerta. Para cargar con sombies. No quiere decir que el corte será tajante. En las formas usuales no hay rupturas definitivas y seguramente se irán dando salidas honrosas y pagos de facturas. Por lo inmediato, la ocasión que brindan el beligerante señor Mimenza y sus acompañantes pinta redonda para preparar la escena.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobre el dinosaurio camaleón

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

No hubo “corcholatas”