Se abre el suelo, también la sociedad

El criminal socavón de la carretera México-Cuernavaca simboliza la caída de todo un país en el hoyo. Los caídos son muchos más que dos, sin dejar de honrar a padre e hijo muertos en la ocasión. Aunque lo oculten, lo tapen, porque así será, habrá de ser recordado como un anticlimático monumento a la deidad todopoderosa de la corrupción y la impunidad. 

Se abre el suelo y también se abre la sociedad porque la incredulidad en las instituciones sigue en aumento. Con más razón. Los culpables que surjan del escándalo mediático provocado por este hecho inocultable olerán a chivo.

Cansados de este tipo de circunstancias y de la falta de seriedad, en este caso de los senadores, los miembros del Comité de Acompañamiento Ciudadano para el nombramiento del nuevo Fiscal Anticorrupción optaron por hacerse a un lado y no avalar con su participación lo que parece un sistema nacido muerto.

En los hechos el Tribunal Federal de Justicia Administrativa ha tenido que habilitar cinco Salas Anticorrupción ante la falta de designación de los magistrados, decisión reconocida por algunos como correcta. No vaya a ser, dicen, que la falta de funcionamiento del Sistema Nacional Anticorrupción "provoque impunidad".

No muy lejos de ahí, un estudio reciente realizado en 31 estados y entregado al Consejo de la Judicatura Federal revela que "hijos, parejas, papás, sobrinos, tíos, cuñados y hasta suegras de al menos 500 jueces y magistrados del Poder Judicial ocupan plazas en tribunales y juzgados de su adscripción o de otros". El nepotismo es considerado una forma de corrupción. ¿Entonces?

De forma similar, a fines de mayo pasado, el Núcleo de Organizaciones de la Sociedad Civil que participaba activamente con instituciones públicas federales. en el marco de la Alianza para el Gobierno Abierto, optaron por retirarse de dicho proceso dado que estaban sujetos a espionaje por parte de sus contrapartes. 

En síntesis: la sociedad deja de ser una abstracción cuando se organiza y de esa manera irrumpe en la vida pública y trata de participar en las decisiones que le interesan. En ese sentido las instituciones públicas no están dando el ancho frente a la sociedad organizada. En el discurso se habla mucho de inclusión, de consulta, de participación y de vigilancia, pero en la práctica se le hace saber que estorba. 

Por consiguiente, la sociedad también se abre para no se cómplice de la simulación. Así no hay forma de recuperar la confianza en las instituciones.

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