A la hora de la bruma

Suele ser difícil ver hacia el horizonte cuando la bruma espesa.

No digo nada nuevo pero es menester reconocer que en esas estamos.

Se aprecian claros a la vez que oscuros y, en general, borrosos.

Se sienten las sacudidas; eso ni quien lo dude.

Así son los espectros del cambio.

La opinión particular sobre este panorama dependerá, entonces, del lado ideológico, interesado o anímico desde el cual nos coloquemos.

Porque así ha sido siempre: las transformaciones de fondo polarizan.

Lo peor que nos puede pasar, en esta hora incierta de México, es adoptar dogmas fáciles, adoctrinamientos regalados. Es lo más simple y lo más inútil. Lo más práctico pero lo más peligroso.

Hay quienes quieren ver los hechos (y que los veamos) como blancos o negros, buenos o malos. No lo son. Una amplia gama de grises rellena los contornos. Lo excitante, lo complejo, lo desafiante está en ello: descifrarla en sus contradicciones. Identificar la tendencia.

Entonces optar: apoyar y/o criticar, según sea el caso.

Y actuar en consecuencia.

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