El origen de la Cartilla Moral de la cuarta
Año 1944. Batía
sus tambores de gloria la consolidación institucional, política e ideológica de
quienes habían triunfado en la revolución anti porfirista de 1910-17. El
entonces titular de la Secretaría de Educación, Jaime Torres Bodet, solicitó a
su amigo, el reconocido poeta, ensayista y escritor Alfonso Reyes, que
escribiera un documento sencillo para ser distribuido en las escuelas públicas del
país y cuyo contenido fuesen un “mínimo de preceptos morales que ayuden a
cambiar las formas de la vida básica de nuestras clases bajas”.
El texto
estuvo en pocos días sobre el escritorio del Secretario. De ahí pasó inmediato
al cajón de los olvidos. Torres Bodet diría en sus memorias, de manera suave,
que lo desechó por “frío”.
Y es que,
como identifican los analistas, el exudado moralista de Alfonso Reyes, -al que
en principio tituló “Lecciones de Moral”-, es un apretado catálogo clasista, racista,
patriarcal, misógino y autoritario al que después llamó “Cartilla”, cuyo nombre
le viene de haber utilizado como base de apoyo un manual de comportamiento
decimonónico llamado Cartilla Moral Militar, de uso común entre la milicia
porfirista. Razones íntimas y dolorosas tenía para hacerlo así.
“No me parece descabellado afirmar que
Torres Bodet leyó el texto de Reyes y lo encontró tan profundamente
reaccionario que era difícil interpretarlo como otra cosa que una crítica a la
Revolución y por lo tanto al Partido.”,
asegura Nicolás Medina Mora Pérez en un ensayo de reciente publicación en la
revista Nexos. Se refiere, claro está, al entonces gobernante Partido de la
Revolución Mexicana que dos años después se llamaría PRI.
Agrega:
“El conservadurismo de la Cartilla,
como la enfermedad de Reyes, es más que un mero reflejo de su época: se trata,
más bien, de un intento consciente de diseminar ideas de derecha entre las
“clases bajas” de México. En el fondo sus mandamientos se reducen a uno
solo: Honrarás a tu Padre como al Estado y al Estado como a tu Padre.”
En resumen, la Cartilla de Reyes es una apología paternalista proclive a inculcar, entre los de abajo, obediencia, resignación y subordinación incuestionada
ante la autoridad.
Modificada con “retoques” de José Luis Martínez, secretario particular de Torres Bodet,
(se dice que para empeorar al texto de Reyes con retorcidos giros maniqueos) la
Cartilla Moral se dio a conocer hasta doce años después de su elaboración.
“¿El texto no vio la luz pública hasta
1956, cuando una joven llamada Rosario Castellanos se apersonó en la Capilla
Alfonsina en nombre del Instituto Nacional Indigenista para pedir permiso de
publicar una edición destinada a las escuelas rurales.” … “Que Reyes haya
accedido a la petición de Castellanos es natural: su diario registra —¿con
sorna? ¿con ternura racista?— la reunión celebrando que “el más griego” de sus
esfuerzos haya terminado por convertirse en un “libro para indios”.”
En ese
intento se volvió a difuminar entre los vapores de la historia
postrevolucionaria. Hasta ahora que, en su literal versión modificada, habrá de
ser difundida de manera profusa entre los escolares para moralizar a los descarriados mexicanos.
¿Por qué una
Cartilla Moral conservadora que no fue adecuada para reflejar y consolidar los
valores revolucionarios y modernizadores de la Tercera Transformación lo sería para los profundos cambios que
pretende la Cuarta un siglo después?
La respuesta
está en el viento.
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