La mujer que conquistó la milpa



Breve crónica de una Primicia singular

Las lágrimas rodaron discretas por las mejillas de Marcela quien se encontraba con la mirada fija y el rostro adusto, en trance silencioso de profunda emoción. Incontenible. Contagiosa. Pude comprender, entonces, la importancia, vale decir el corte histórico (sin exagerar), que le significaba aquel acontecimiento.

La tradición ancestral sufrió un giro sin perder su esencia. De pie, inmóvil y a distancia prudente detrás de su abuelo Marcela pudo, por fin, presenciar y ser parte del ritual que hasta ese momento estaba vedado para ella y para todas las mujeres de su comunidad: el agradecimiento al dios Chac y a los Trece Cielos, en un palmo central de la milpa, por la buena cosecha de maíz en una Primicia.

Primicia. Antigua costumbre cuyo origen se pierde en el tiempo. Es menester obligado dar gracias a los dioses por el exitoso primer ciclo agrícola de un miembro de la comunidad que se inaugura como responsable de los trabajos en el campo. Siembra y cosecha por primera vez.

Marcela no estaba ahí como una invitada inusual para dar testimonio de la incorporación en las labores del campo de una tercera persona. De un hombre, como siempre. De uno más. No. La siembra y la cosecha de la milpa era en esta ocasión asunto de una mujer. Ella misma. Estaba presente porque había roto barreras; había llegado mucho más allá superando prejuicios y resistencias.

Estábamos atestiguando la primera Primicia con rostro, manos y corazón femenino en la comunidad maya de X-Cabil, municipio de José Ma. Morelos en el estado de Quintana Roo.

Observadores presenciales, estuvimos ahí varios intrusos ajenos a la comunidad por voluntad e invitación de la propia Marcela. Quiso compartir con nosotros su gran momento de vida y es de justicia elemental agradecer infinitamente la oportunidad que ella, sus allegados y familiares nos brindaron.

El ritual

El día de la cosecha, de esa primera, se separa una parte del maíz para preparar el atole. Una bebida blanca y espesa con un ligero sabor salado que se puede condimentar con un preparado acuoso de chile de árbol. La otra parte de la cosecha, la más grande, se mete a asar en el tradicional horno de tierra (el Pib) durante aproximadamente 24 horas. En esta ocasión, alrededor de quinientas mazorcas.

Se destapa el horno de tierra para recuperar los elotes asados que habrán de ofrendarse a los dioses y distribuirse entre la comunidad

Se comprueba que el proceso de asado ha sido exitoso / Lily y Daniel atestiguan.
Una vez recuperadas las mazorcas asadas se procede a presentarlas, junto con el atole, como ofrendas ante la cruz cristiana y los 13 Cielos de la cosmogonía maya.

El abuelo, Don Luciano Poot, prepara la ofrenda para los 13 Cielos

El producto total de esa cosecha, atole y elotes, será distribuido posteriormente entre los miembros de la comunidad para hacerlos partícipes de la Primicia en señal de buenos augurios para que la fertilidad de la tierra y la lluvia necesaria se preserven.

Un manojo de 13 mazorcas se colocan en cada uno de los cuatro vértices que delimitan a la milpa

El hombre más viejo de la familia (en su caso una familia muy grande, nos cuenta Marcela. Una de las cinco que fundaron X-Cabil) Don Luciano Poot es quien debe hacerse cargo de los ritos y rezos de la Primicia. Por eso el Abuelo hace los preparativos en la milpa, coloca las cruces, las velas y ofrenda las jícaras con atole y las mazorcas en 13 tantos; uno para cada Cielo.

Colocadas entre las cruces y una vez encendidas, las velas elevarán con su humo las plegarias de la Primicia hacia los 13 Cielos.


Después el rezo: en lengua española con los padres nuestros y las aves marías y en lengua maya para agradecer directamente al dios Chac por su generosidad y pedirle que mantenga su benevolencia para los ciclos posteriores.

Don Luciano reza por la Primicia: agradece, ofrece y pide. En español y en maya.

Ahí es donde Marcela alcanzó el nivel nunca logrado por alguna mujer de su comunidad (y tal vez de muchas otras). Fue el momento del cuerpo rígido, del rostro tenso, del llanto silencioso y estoico.

Marcela a prudente distancia, detrás del abuelo que reza, con la emoción contenida pero evidente. A sus pies, el fruto de su esfuerzo y de su persistencia de mujer sin barreras. 

El producto de la cosecha ofrecido en el ritual sería posteriormente compartido, para su consumo obligado y necesario, entre los presentes. Entre nosotros pues, para, también, honrar a los dioses y a los anfitriones que nos permitieron acompañarles.

Atole y elotes de la ofrenda se brindan a los presentes


Pionera persistente

Marcela es una mujer joven muy entusiasta, orgullosa de sus raíces, respetuosa de sus tradiciones pero a la vez promotora de las innovaciones y la apertura. Decidió estudiar más allá de los niveles que el entorno le permite: la secundaria y, si acaso toleraba los traslados cotidianos a Tihosuco, la preparatoria. Hizo eso sin detenerse y pidió cursar una carrera. Para ello tendría que ubicarse en la cabecera municipal, José María Morelos. No te va a servir de nada, le dijeron. No vas a durar porque las mujeres se casan y se deben a su marido y familia. Se inclinó por estudiar Turismo. Peor. Eso no es para mujeres, le enfatizaron. Finalmente recibió el apoyo y está culminando los estudios profesionales.

Marcela comenta sobre sus actividades ante propios y extraños / con Daniel, Alex, Maru y Felipe 

Eso es lo que explica que estuviéramos ahí, en su gran momento. Junto con otros jóvenes colegas de estudio forma parte de uno de los equipos de promotores turísticos locales que están empeñados en recibir visitantes para dar a conocer sus usos y costumbres así como las bellezas naturales de su región.

Hemos preguntado a Marcela sobre cómo recibe y reacciona la comunidad de X-Cabil ante esa apertura que de alguna manera los exhibe en su intimidad después de centurias de lenta, discreta y muy privada evolución. No es fácil, nos asegura. La gente está a la defensiva por tantos abusos recibidos, promesas incumplidas y estafas.  Para que acepten la apertura, los pobladores deben estar convencidos de que no se está lucrando con ellos y, de ser posible, hacerles sentir los beneficios (directos e indirectos) que les pueden representar el recibir, platicar, guiar, dar de comer o alojar a los visitantes. Esta nueva experiencia está pasando por las inevitables contradicciones de quienes la aceptan y apoyan, quienes enfáticamente la rechazan (aunque hasta ahora no han tratado de impedirla) y quienes son indiferentes mientras no se les involucre directamente.

Misa por del Día de Muertos en el panteón / X-Cabil
Gracias a su intervención, por ejemplo, el sacerdote católico itinerante que ofició la misa del Día de Muertos en el panteón del poblado, al aire libre, no tuvo objeción en que estuviéramos presentes e incluso tomar algunas fotografías hacia el final de la ceremonia. Por la indudable autoridad moral que impone el ministro de culto, ese gesto impacta de manera positiva ante los ojos de los vecinos y fortalece los planes de Marcela y sus compañeros. Ellos lo saben.

El Sacerdote Itinerante degusta tacos de relleno negro antes de continuar su camino

Con una discreta sonrisa de satisfacción, Marcela nos comenta que también se hace escuchar por el joven y muy activo Delegado Municipal que intercede y gestiona con entusiasmo ante las autoridades superiores para hacer de la localidad un lugar mejor. Los cambios se están notando y es muy bien aceptado por la gente, nos comenta. Un personaje al que no pudimos conocer. Él es el del cargo, pero trabajamos juntos, nos dice sin arrogancia pero segura de su propia importancia. Sin más palabras, uno puede entender el significado comprometido que se guarda detrás de esa frase.

Con una actitud apacible pero muy clara de lo que pretende, Marcela es una líder natural o, como se dice en términos modernos, una verdadera influencer en su comunidad. Agrega, como no queriendo, que una de sus primas ha seguido sus pasos y consiguió el apoyo familiar para irse a estudiar una carrera profesional. Es otro de sus orgullos. Mujeres que amplían sus horizontes. Detrás de ellas otras vendrán.

Promueve la difusión de sus tradiciones y, si es necesario desde su condición de mujer innovadora, las rompe, las modifica y las supera. No es cosa menor ahí donde la cultura y el arraigo patriarcal tiene el peso de una losa milenaria. Marcela es una precursora. Una heroína maya.

Marcela Puc Poot



Comentarios

Entradas populares de este blog

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

Sobre el dinosaurio camaleón

No hubo “corcholatas”