El General en la cena

foto Internet

¿Quién desentona en la mesa principal de la cena del Presidente con los grandes magnates?

Primero lo obvio: solamente hay una mujer porque, efectivamente, el club de los grandes ricos mexicanos siempre ha sido un Club de Tobi. Así que la señora María Asunción Aramburuzabala su valor personal tiene (además del monetario) y es de resaltar.

Lo segundo es el uniforme militar del Secretario de la Defensa Nacional, Gral. Luis Cresencio Sandoval. ¿Qué hacía ahí?

Sabemos que AMLO es un maestro en el uso de símbolos y en enviar mensajes cifrados. Le gusta sobremanera ese lenguaje y para tratar de entenderlo hay que observar con cuidado y, si es necesario, especular un poco. Es su intención. 

Hace unas semanas fue muy comentada la comida ofrecida por el mandatario a todos los gobernadores del país para hablar de nada, comer pejelagarto y tomarse la foto. Invitado a la mesa estuvo el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto. Esa misma que ha estado identificando desvíos presupuestales, señalando y persiguiendo  a corruptos así como congelando cuentas bancarias dudosas. Algunos gobernadores y comentaristas sintieron y vieron en el hecho a una amenaza presidencial, nada velada, para aquellos que se nieguen a sumarse a sus iniciativas (el INSABI por ejemplo). No faltó quién lo equiparara al famoso y muy temido Comité de Salud Pública que utilizaron los jacobinos franceses para ajustar cuentas y guillotina con los enemigos de su revolución.

Ahora, frente a los mas acaudalados no fue requerido el titular de la UIF o el Secretario de Hacienda. El tamaño de los comensales era otro, a la altura del  jefe militar de la nación. Siguiendo el mismo razonamiento del caso anterior que supone que su presencia no era mera cortesía: ¿prevención o advertencia? Que cada quien lo tome como le parezca. Seguramente no dejaron de notarlo.

La cena fue un hecho histórico. Estoy convencido. No porque sea novedoso que un Presidente invite a comer a los empresarios más ricos del país. Eso ha sido frecuente en cada administración por lógico y obligado. En este caso ha sido histórico por la forma y el formato. Por los simbolismos que proyecta. No fue el "pase de charola de siempre" como algunos dicen. Representa más que eso: en nombre del pueblo desposeído -y frente a todo el país-, el jefe de Estado pareció querer exhibir la mezquindad de los potentados, confraternizando. 

Para los invitados y sus voceros (algunos oficiosos y otros ofrecidos) aquello fue una emboscada. Una extorsión, dicen, por pedirles abiertamente aportaciones millonarias para los programas sociales del gobierno. En su fuero interno (y no tan íntimo) se sintieron humillados por un poderoso plebeyo con resentimiento de clase. Lo dejaron ver. Algunos lo hicieron saber.

Es un hecho histórico no por sí mismo, sino porque representará un antes y un después.

Imagino al Presidente López Obrador esa noche, al irse a dormir, consciente del desafío que había lanzado a los señores del dinero, pero con la firme convicción de haber dado otro paso en su misión reivindicatoria de los mas desposeídos a quienes representa. No habrá de dar marcha atrás ni reducir el ritmo. Cueste lo que cueste.

Imagino a los magnates, a la misma hora, desencajados, tratando de asimilar lo que consideran una inaceptable afrenta y calculando los alcances del hecho. ¿Así van a ser las cosas ahora? ¿Después qué sigue? ¿La expropiación? ¿La persecución?.

Los imagino imaginando las formas posibles de deshacerse de sus miedos; valorando las variables que están en juego. ¿Reducir más la inversión? ¿Desarticular la economía y aguantar los efectos porque el objetivo vale la pena? Sí. Mejor no. La variable norteamericana tiene mucho peso y aún está por definir su futuro por las próximas elecciones. A estas alturas ¿conviene que se quede Trump o no? Entonces... ¿ayudar a generar caos y desilusión para que el Peje pierda popularidad? ¿Cómo? Eso puede ayudar a evitar que en 2021 vuelva a tener la mayoría absoluta del Congreso y entonces sí... Pero no. Para entonces puede ser demasiado tarde. Mejor cortar de tajo y por lo sano de una buena vez. ¿Cómo? ¿Con quién? ¿En quién se puede confiar para una empresa así? Siempre hay traidores. ¿Quién puede ser un aliado seguro dentro de la 4T? Puede funcionar, pero... ¿quién y qué vendrían después? El remedio puede ser peor que la enfermedad. Aún así, dejar las cosas como van nos puede llevar a una versión azteca de la Venezuela de Chavez y Maduro. O a la Bolivia de Evo. Pero no, los gringos no lo permitirían. ¿Y si allá gana el socialista de Sanders? Difícil la situación. Cualquier decisión tiene sus riesgos (como siempre).

Y así... seguramente hubo alguno que otro insomnio.

¿Entonces?

¿Qué hacía en titular de las Fuerzas Armadas en la cena?

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