Entendiendo al (otro) señor López


Imagen de Andrea Murcia/Cuartoscuro en SDP Noticias

El fenómeno de las epidemias no es algo que uno pueda comprender y dimensionar en toda su magnitud si no estás metido, ni por asomo, en el tema. Inclusive, saber que hay científicos especializados en ellas, los epidemiólogos, puede ver una novedad para muchos que se estarán enterando ahora de su existencia, a la hora en que se presenta una epidemia como ésta, la del Coronavirus ó COVID-19.

Los epidemiólogos existen y es a ellos a quien hay que leer, escuchar y consultar para entender de qué se trata este tipo de fenómenos que impactan en la salud pública global y que, con la dinámica informativa de hoy, son portadores de una altísima expectativa social universal. Para evitar supuestos, especulaciones y charlatanerías.  Para saber, sobre todo, cómo actuar frente a ellos. Máxime cuando se presenta uno de manera tan directa en nuestras vidas en calidad de amenaza, de flagelo invisible que hoy tiene atento, y en parte atemorizado, a buena parte del planeta. Este es, pues, un tema de obligado conocimiento científico, racional.


Empiezo por ahí.

El pasado 26 de Marzo, en su participación en la tele-reunión o video conferencia de los Jefes de Estado del llamado G-20, el Presidente López Obrador dijo textualmente:

“Nosotros hemos considerado que lo fundamental, frente a este tipo de adversidades, es apoyarnos en los especialistas. En este caso nos hemos apoyado en los médicos, en los científicos. Los políticos no somos todólogos, necesitamos de la asesoría de los especialistas para no cometer errores.”

Frase sorprendente, necesaria y poco atendida. ¿Pura demagogia de cara al exterior? No.  La estrategia de los científicos está ahí, caminando, a pesar de los dichos, distracciones, acusaciones y confusiones en los que se han enfrascado los medios de comunicación (para no mencionar a las muy democráticas, arbitrarias y libertinas redes sociales). La mayoría de las cosas que se leen no ayudan; en no pocos casos confunden y en otros tantos dividen y confrontan. Un ambiente agrio que en buena parte tiene su razón de ser, hay que decirlo, porque a lo largo de todo este tiempo han predominado las contradicciones políticas públicas, así como los mensajes confusos y las imprecisiones surgidas desde las mismas fuentes oficiales. Empezando por el propio Presidente, autoerigido como la voz única que se debía escuchar.

A pesar de ello, insisto, la estrategia oficial frente al Coronavirus está ahí, diseñada y encabezada por los científicos de la medicina cuya voz pública es la del Doctor Hugo López-Gatell, Subsecretario de Salud. Voz que está siendo, progresivamente, más y mejor escuchada a medida que avanza y crece la contingencia.

Personalmente, la existencia de una estrategia central la tenía asumida como un hecho aunque de manera intuitiva, porque, a pesar de los mensajes tan confusos me parecía que, en una contingencia como la actual, la absoluta improvisación era un despropósito poco creíble sobre todo después de la experiencia vivida en México, hace pocos años, frente a la epidemia del llamado H1N1. Intuición y deseo porque la información técnica transmitida de manera fragmentada, el desconocimiento del tema y su terminología, pero sobre todo las contradicciones oficiales ente el político y el científico hacían muy complicado contar con elementos de juicio certeros. Fue hasta que escuche el mensaje puntual del Dr. López-Gatell, en la mañanera presidencial del martes 24 de Marzo (ocasión en que se declaró oficialmente el inicio de la Fase 2 de las acciones frente a la epidemia) cuando esa intuición empezó a ser certeza. Hay estrategia.

                           (López-Gatell del min 17:00 al 45:15)

Procedía, entonces, tratar de entender con detalle en qué consiste.


Voy un poco más atrás. 

La "epidemia china" parecía tan lejos como el propio país oriental. Era una más que sucedía por allá, en esos exóticos lugares. Con el flujo de la información actual el hecho daba solo para compadecerse del lejano dolor ajeno y para hacer chistes crueles. Nada más. Otras epidemias recientes, como la del ébola que azotó en Africa, también tuvieron su temporal noticioso pasajero y hasta ahí. 

El 11 de Marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el tal Coronavirus ya era pandemia: "Epidemia de una enfermedad infecciosa, cuyo agente causal afecta a varios países y continentes" (extraigo la definición desde mi tumbaburros viejito que, por derecho de antigüedad, es el primero en ser consultado). O sea, "de repente" era ya una creciente amenaza a la puerta de casa. (La OMS no se cansa de repetir que estuvo advirtiendo con tiempo suficiente y sin éxito sobre la amenaza que se cernía sobre Occidente).

Fue hasta entonces, después de la fuerte sacudida en China con bajas significativas, una Italia que se percibe caótica y que desde España, contagiada creciente, nos podían estar llegando los turísticos bichos, que nos empezamos a preguntar: ¿de qué se trata el posible daño? ¿Cómo se enfrenta de manera eficaz?

Me topo entonces con el concepto de Distanciamiento Social como la medida más conveniente para enfrentar la contingencia. Para entonces chinos, italianos y españoles ya están confinados en sus casas de manera obligatoria. La sencilla manera gráfica de explicarlo en el diario norteamericano The Washington Post, mediante un modelo de puntitos y colores, resulta extraordinariamente convincente. Las curvas resultantes de cada modelo, en cuanto al impacto en salud y conservación de vidas, dejan en claro que el camino a seguir debe ser el del confinamiento inmediato, aunque el proceso de solución sea más largo. ¿Qué esperamos entonces? ¿Por qué no manda el gobierno a la gente a sus casas de una vez, antes de que estalle la contagiadera? Mientras tanto, AMLO diciendo a todo video que sigamos la vida normal, apoyando a la economía local y yendo a comer a las fondas. 

Parece contradictorio pero es fácil comprender, de inmediato, que la solución del confinamiento en seco y masivo no es tan sencilla en un país donde la pobreza campea a sus anchas y donde un alto espectro de la población sobrevive económicamente al día. ¿Cómo administrar, entonces, el equilibrio entre salud pública y economía? ¿Qué pasa? ¿Qué está haciendo realmente el gobierno con esa ensalada de información mal explicada y, por tanto, nada digerida?


Regreso con los científicos.

Tratar de comprender la amenaza en ciernes empieza por entender el proceso mismo del daño en la salud. La infección y su actividad tan fulminante. La prevención y sus posibles remedios prácticos. De todas las explicaciones circulantes, de la bioquímica y la microbiología a los remedios caseros, me quedo, para utilidad práctica y comprensible, con una entrevista (de amplia circulación en redes sociales) concedida por un médico argentino, el Dr. Alfredo Mirili, a un medio televisivo de aquellos rumbos (Radio 21 Tucumán):



Las conclusiones practicas de esta exposición científica sencilla se explican solas y no me detengo en eso. Todos podemos entender la valía de no desperdiciar recursos y esfuerzos concentrados en disolver el virus en el agua con jabón. 

Ya entrados, de vuelta, en terreno mexicano y en la estrategia de salud pública seguida por el gobierno federal me llamó la atención que la representación de la OMS en el país declarara, de manera profusa, su reconocimiento enfático a dicha estrategia en su aplicación inmediata, a la vez que su desconcierto por la falta de información respecto a las detecciones de casos infectados realizadas, así como sus propias dudas sobre el éxito en las etapas subsecuentes. Insinúa claramente que hay un debate de estrategias, sin ir demasiado al fondo.

Captura de la edición en línea


A contrapelo de los histéricos comentarios críticos y reclamantes en columnas periodísticas y en redes sociales, toda esta información cribada me daba a entender que aquí algo se estaba haciendo de manera ordenada y con un criterio bien pensado y definido. Para bien o para mal. 

Pasando a la ofensiva informativa y tomando el protagonismo central en la hora crítica (y por tanto necesaria), además de la claridosa mañanera mencionada, el Dr. López-Gatell ha realizado infinidad de declaraciones y entrevistas. Una de las más reveladoras ante mis ojos está en el diario español El País, de la cual, por fin, me queda claro que lo realizado hasta ahora está en franca contradicción tanto con los criterios generales publicitados por la OMS así como con las estrategias seguidas por los otros países en crisis sanitaria, ya sean los orientales o los europeos. 

"El famoso mito de Corea del Sur de que hizo 200.000 pruebas y entonces lo sabe todo… Falso. Corea del Sur con 200.000 pruebas no lo es todo..."

"No tenemos un planteamiento de pruebas por millón de habitantes. No hay una propuesta científica seria que diga por qué tener 6,000 por millón es mejor que cinco por millón de habitantes como tiene Estados Unidos o 6.5 como México como señaló un artículo publicado en The New York Times. Adelante, estoy abierto a que alguien me demuestre científicamente por qué ha de haber una cifra referencial."

"Si la vigilancia epidemiológica se centra en casos, y ahorita voy a criticar a la OMS, con todo el respeto, fuera tan simple como contar casos, uno diría que cada caso es importantísimo, pero no se hace así, porque es una estadística simple que no me dice nada, o muy poco. ¿Cuál es mi crítica a la OMS?..." (vaya al texto completo para conocer su respuesta).

"...y ahí va otra crítica a los Gobiernos del mundo. Las medidas de contención en las fronteras marítimas, aéreas… Reto a cualquiera a que me dé una colección razonable de artículos científicos o simplemente técnicos que muestren cuál es el rendimiento de esa intervención en términos de disminuir el riesgo de introducción [del virus], ya sea porque lo difieren temporalmente o porque se disminuye la probabilidad de que entre a un país."

¡Ah!, la cosa se puso más interesante. El Dr. López-Gatell debatiendo ante la prensa internacional (la nacional esta entumecida con el somnífero de las simplezas, las ocurrencias, la ignorancia y la crítica banal) con los santones de la medicina mundial y contradiciendo las recomendaciones públicas de la OMS. Medir infectados no es solución, asegura. "Ir a buscarlos", menos. Cerrar fronteras no es solución. Parar indiscriminadamente las actividades económicas no es solución. Parecería un simple lucimiento académico si no estuviéramos en medio de una pandemia tan amenazante y dañina que tiene al mundo arrinconado en el espanto. 

Está siguiendo (nos está llevando por) un camino distinto a la hortodoxia, eso está claro. ¿Cuál es? ¿Tiene valor científico reconocido? ¿Hay experiencia histórica de éxito por esa ruta? ¿Es la conclusión más lógica y conveniente derivada de la experiencia acumulada en nuestro país, después de otras epidemias? ¿Nos está defendiendo bien frente a la amenaza o nos está exponiendo en demasía por capricho técnico y soberbia profesional?

La respuesta teórica, comprensible a mi alcance, me llegó hace unas horas. Me empujó al desvelo y animarme a escribir estas notas que las tenía muy pensadas pero no sabía por dónde desembocarlas. Sin saber que me ayudaba a cerrar este primer círculo de comprensión de un tema que a todos nos tiene alucinados, la clave me la envió Pablo, mi hijo, al compartirme un enlace con una cuenta de Facebook llamada "Chacharitas Científicas"

Empieza así:

"La estrategia que sigue México para la pandemia COVID19 se llama: _*Modelo de vigilancia para fenómenos generalizados_* (modelo 4 está descrito más abajo👇🏻 )
-autor-
Oscar Juárez-Flores
Twitter:@OJuarezFlores"

No la describo para no cometer omisión o desvío. Léanla, vale la pena. Coincide y explica, desde luego, con lo declarado y hecho por el Dr. López-Gatell. 

(Las letras en negritas, para resaltar, van por mi cuenta)


Es un modelo de atención frente a las epidemias. De ahí se derivó una estrategia de acuerdo a las circunstancias del país. Una apuesta razonada. Lo que se busca es prolongar el proceso de contagio, disminuir su impacto masivo y evitar que en los momentos mas críticos se saturen, convirtiéndolos en inviables de solución, los centros, instalaciones y capacidades humanas de los servicios de salud. Quiere provocar, a la vez, el menor daño económico posible en una población empobrecida (y la eventual inestabilidad social asociada) a causa de la parálisis por confinamiento. Todo un reto. Monumental.

Aún sigue la pregunta. ¿Tiene razón el Dr. Hugo López-Gatell en lo que está haciendo? Los resultados dirán. Queda confiar y seguir las indicaciones al pie de la letra porque, dicho sea de paso, la estrategia recarga su peso grueso en la participación social, en los lugares justos y en el momento adecuado. 

Lo que sí está muy claro, para que no queden dudas, es que, ante el desafío de magnitudes sociales y económicas inconmensurables como el que estamos viviendo, es el momento de las responsabilidades y las decisiones delicadas de la autoridad, sí, de los políticos, pero que deben ser asumidas con base en el conocimiento científico. En el saber de los expertos. Así se está haciendo. Puede gustar o no. Se puede estar de acuerdo o no. Puede funcionar o no. Pero la apuesta está basada en la razón y no en un volado al aire, en la superstición o en un capricho de poder. Vuelvo entonces a la validez de la declaración del Presidente López Obrador frente al mundo, confesión de parte, mencionada al principio de estas notas.

Eso me lleva a compartir una última afirmación, constatación, de este tema que también se está siendo reflexionando en otras latitudes, ahí donde el drama obliga: es el momento del conocimiento. De la información razonada y comprometida. Del dato duro por sobre los supuestos o las preferencias. De la ciencia.

Ojalá lo tomemos en cuenta para elegir bien dónde y cómo informarnos, para adoptar criterio y para emitir opiniones. 


Antonio Muñoz Molina / El País


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobre el dinosaurio camaleón

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

No hubo “corcholatas”