Del sindicalismo charro al sindicalismo ¿torero?



Lo pararon en seco.

Después de la exhibida que le dio, durante un par de días, el diario Reforma al líder sindical y senador suplente Pedro Haces Barba -quién iniciaba fastuosas, masivas y bien custodiadas fiestas taurinas para celebrar su cumpleaños durante 4 días en rancho de su propiedad, ubicado en la zona de Tlalpan- el Gobierno de la Ciudad de México procedió a clausurar las instalaciones del lugar por no contar con las autorizaciones correspondientes para ese evento.

 

La anecdótica muestra el talante del personaje que parece estar ubicado en otros tiempos, en otro régimen y goza de muy buena salud.

 

¿O está en lo correcto?

 



Dirige una organización sindical, la CATEM, Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleaos de México, a la vez que ha formado un partido político, Fuerza Social por México, que espera obtener en las próximas semanas su registro nacional.

 

No hay que tener demasiada imaginación para entender que los afiliados de la central sindical son a la vez los afiliados al partido político. El mismo esquema ya utilizado con los maestros del SNTE de Elba Esther Gordillo en la formación del desaparecido PANAL.

 

Una concentración multitudinaria celebrada en febrero de este año por la CATEM fue el primer acto público al que asistió como invitado el presidente López Obrador ya en su condición de primer mandatario.

 

Y entonces empezaron las preguntas.


 Algunas se van contestando con hechos. La CATEM ha dado a conocer, por ejemplo, que ostenta la titularidad de la relación laboral de tres de los tramos para la construcción del Tren Maya. Ello significa que quienes quieran trabajar en esas magnas obras deberán afiliarse obligatoriamente a la organización sindical del señor Haces Barba.

 

En la parte política existe la suspicacia de que Fuerza Social por México pudiera ser el sustituto práctico de Morena, con el respaldo del presidente, dada la situación de desorden interno que éste partido vive.

 


Jesús Díaz de León, "El Charro", fue el dirigente sindical de los ferrocarrileros a finales de los años cuarenta del siglo pasado, amante de la charrería y, como tal, gustaba de llegar a sus oficinas y a las asambleas sindicales ataviado con las prendas de charro. Pasó a la historia por haber traicionado, en 1948, al movimiento sindical reivindicatorio que llevó a la cárcel a líderes obreros emblemáticos como Demetrio Vallejo y Valentín Campa.

 

"El Charro" conectó a la fuerza laboral como furgón de cola subordinado al régimen político postrevolucionario, relación que posteriormente caracterizó al vínculo corporativo de la CTM con el PRI y con sus gobiernos.

 

Esa fue su herencia y en el nombre instaló la mala fama del “charrismo sindical”.






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