Peso pesado encuentra retadores


Lo que debió ser un paseo cívico para refrendar el amplio apoyo popular que recibió AMLO, el partido Morena y sus aliados en 2018 pinta para convertirse en una guerra frontal y polarizada por los votos en 2021.

Para que el primer caso sucediera se tendría que haber convertido a muchos aliados y compañeros de viaje electoral del nuevo poder en interlocutores políticos permanentes. Escuchar sus opiniones y propuestas. Tomarlos en cuenta y eventualmente incluirlos en los proyectos de gobierno. Hacer de la transformación del país, el cambio de régimen, un concierto de voces múltiples y disonantes hasta alcanzar los puntos de encuentro y acuerdo. Es el camino democrático, seguramente más lento y tortuoso, pero que ofrece el horizonte sin sobresaltos y estable. La paz interna del país.

Las prisas y las formas oficiales han sido otras. El vértice superior de la Cuarta Transformación, el Presidente de la República, opta por hacer valer sus convicciones y decisiones por el camino directo, sin ruidos de voces que lo perturben, sin discusiones que las retrasen, sin alteraciones o intermediaciones que obstruyan el contacto directo del gobernante con los gobernados.

Ello es posible porque 30 millones de votos colocaron al poder ejecutivo y al legislativo al unísono, como si fueran uno y el mismo, pero en sentido unidireccional del primero sobre el segundo.

De esa manera, el mandato mayoritario dado por los electores se interpreta y asume como definitivo, único, radical y personal, sin reconocer que haya opciones alternas u oposición digna de ser tomada en cuenta como interlocutora; mucho menos como contrapeso.

No hay margen para la duda o el cuestionamiento sobre las decisiones centrales pues, cuando se expresan, son catalogados como votos en contra del cambio, intentos de paralizarlo o franca y malévola regresión al pasado indeseable. No caben las mediaciones o las aportaciones alternativas por muy bienintencionadas que sean. Se acepta y se acata el cambio como está diseñado, inamovible, o se está en su contra por definición. Todo o nada. 

Debido a esta tendencia dominante durante mas de año y medio de gobierno, la polarización pública de opiniones ha sido consecuencia natural, progresiva, inevitable y creciente. En algunos casos indeseada por quienes quisieran aderezar con su propio toque al cambio sin que ello sea causa de confrontación con el titular del poder, y en otros, los que aparecen alimentándolo son los indeseables que tienen el explícito y radical objetivo de reventarlo.

Bajo esta atmósfera política el calendario electoral intermedio del 2021 (y en no pocas ocasiones la novedosa Revocación de Mandato para 2022) nos alcanzó, activando el juego de estrategias de los protagonistas o de quienes se proponen serlo.

Guerra electoral declarada

Un grupo significativo de intelectuales y periodistas, voces y letras dispersas hasta ahora, han armado su equipo en la acera de enfrente del gobierno y le entran no solamente al debate de las ideas, proyectos, propuestas y políticas públicas sino también a la contienda electoral, abriendo fuego declarativo: 

Clic para ampliar
El propio contenido del texto explica el porqué nombres de tan disímbolas orientaciones ideológicas y trayectorias profesionales se unifican en una misma proclama: llaman a construir, en las próximas elecciones, el contrapeso político real desde un poder legislativo renovado y más plural para que sirva de contención al ejecutivo, dado que éste estaría tomando en sus manos el control personal y absoluto del gobierno, adoptando medidas que ponen en riesgo la existencia del Estado plural y democrático.

Sobre ese razonamiento se teje su único punto de coincidencia.

La respuesta presidencial, personal y directa, que han recibido repite el esquema polemista funcional que ha utilizado hasta ahora: evade el tema central cuestionado, los mete a todos en la misma bolsa y los lanza al extremo de los enemigos históricos del cambio: reaccionarios conservadores retrógradas beneficiarios de la corrupción que quieren volver al pasado. Punto.

Clic para ampliar

Sin embargo, en ninguna de sus líneas los “abajo firmantes”, como los ironiza el Presidente, mencionan que pretendan evitar el cambio del país o, peor aún, que propongan volver al pasado y “restaurar el antiguo régimen”. No pueden decirlo porque es obvio que, si acaso alguno lo pueda desear, no existe consenso al respecto en ese disparejo conglomerado. Su convocatoria, reitero, es para que el proceso político del país tome en cuenta la pluralidad existente y se conduzca por la senda de la interlocución incluyente entre los diferentes.

No es una petición de buena voluntad hacia el gobierno o para el Presidente. Lo dan por descartado porque líneas seguidas se meten en el terreno electoral, llaman a organizarse, a hacer un frente común opositor y a votar para hacer del grupo en el gobierno una minoría legislativa. Es en ese terreno donde reciben respuesta. No en el de las ideas sobre el régimen político a instaurar sino en el de la motivación de seguidores y simpatizantes; el terreno natural del jefe del gobierno.

Lo que se está presentando no es, pues, una disputa por la nación sino por las formas en que se debe ejercer el poder. Por definir quiénes y cómo mandan en los destinos colectivos. Y eso desde el poder central se ve y se entiende como un desafío al poder mismo.

Si uno observa ambos documentos puede identificar que, a pesar de los sentidos argumentales totalmente diferentes, en ninguno hay margen ni interés para la conciliación política o para pactar reglas. Veneno contra veneno.

Lo que han hecho los desafiantes es una declaración de guerra electoral, y como tal se las aceptan y responden. Si lo hicieron así es porque sabían cómo sería esa respuesta. Sabían que sería por reflejo. Ha sido una provocación premeditada. Pensar otra cosa es suponerles ingenuidad que no tienen.


¿Intelectuales electoralistas?

Bien sabido es que los convocantes “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia” son nombres reconocidos pero no tienen la fuerza política ni mucho menos el arrastre electoral por sí mismos como para sostener esa disputa. Lo saben de sí mismos. Entonces, ¿cuál es su intención?

No lo es ponerse de pechito para servir de “pera loca” al Presidente. A diferencia de quienes piensan que no tienen eco, que nadie les hace, ni les hará, caso y que AMLO “los ha inventado” al responderles inmediatamente para usarlos propagandisticamente como los frágiles y odiados enemigos a vencer, afirmo que el tono de la respuesta presidencial les debió ser esperada, deseada, porque sirve a sus propósitos.

Les sirve porque si la polarización ya es inevitable e irreconciliable por mandato y deseo presidencial, entonces el tono rijoso que reciben justifica con legitimidad democrática su decisión de estimular la creación del polo opuesto, cohesionado y real, contra el poder vigente. El bloque opositor electoral tangible y competitivo tiene convocantes. Quieren un BOA real que pelee en las urnas.

Los intelectuales están haciendo lo que los partidos políticos de oposición y los grupos fácticos desplazados del poder no han podido o no se han atrevido hasta ahora. Aspiran a provocar un efecto circular de inercia centrípeta hacia su sugerente convocatoria. Ser la masa crítica, la guía ideológica, el faro conceptual, la bandera de referencia, el punto de atracción, el imán, el eje del polo electoral opositor, único y compacto.

Los partidos, empresarios, grupos organizados y voces dispersas que se oponen al gobierno de AMLO son los destinatarios principales de ese llamado público. Seguramente empezarán a reaccionar.

Si logran agruparlos para presentarse unidos como un solo bloque en las elecciones del año próximo habrán tenido éxito en el empeño. Que obtengan el resultado electoral que desean, está por verse. En caso de conseguirlo, las ondas y estertores del espectro político que habremos de ver serían inéditas en el México contemporáneo. Su cause dependerá del ejercicio o no de la política misma.

Vale agregar que este llamado de los intelectuales y periodistas tiene un efecto de choque y aislamiento para ciertas oposiciones radicalizadas (aunque marginales) y eso a mi entender, es su virtud: implícitamente las invita y convoca para sacar la disputa contra el poder de la confrontación callejera y de las ansias golpistas y la pone únicamente en el terreno electoral. Les pide colocar la fuerza, los empeños y los recursos opositores para la lucha política en la vertiente legal.


Las razones del Presidente

Ahora bien, si lo vemos desde el lado presidencial también podemos identificar las razones para aceptar el desafío de inmediato y de frente. No está siendo ni imprudente ni ingenuo. Los estaba esperando. Cayeron en su terreno y el desplante de recibimiento es premeditado. Se estaban tardando. Parece que el documento “Bendito coraje” aguardaba ansioso su hora en el cajón del buró.

Sabe bien el Presidente que si les gana ésta a quienes considera o se asumen como sus adversarios, con plenitud y holgura, no habrá límites en su poder para avanzar con el proyecto de la 4T.

Por eso mordió ese anzuelo con todo conocimiento de causa. Acaso lo esperaba. Acaso lo ha provocado con mucho deseo en base a su larga cadena de presiones polarizantes y advertencias: "Se los dije: ahí están, ellos son los retrógradas de siempre. Se quitaron la máscara. Están identificados. ¡A por ellos!".

Lo hace confiado en el amplio respaldo popular que conserva. En contra tiene la condición económica del país descompuesta y agravada por la pandemia del Coronavirus. Los programas sociales no están afinados en su ejecución. La inseguridad desborda los límites tangenciales. Cuenta sin embargo con una amplia simpatía social y la expectativa esperanzada de un grueso de la gente tan viva como al principio. 

El presidente AMLO no estará en la boleta pero habrá de encontrar (lo está haciendo) las maneras de meterse personalmente de lleno a las elecciones. Los recursos políticos a su disposición son muchos. Cuenta, además, con todo un año para quitar del camino a los opositores incómodos así como para desarticular los intentos del bloque heterogéneo que quieren ponerle de frente.

El tiro está cantado. Apenas la guerra electoral ha sido declarada y ya está echando humo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobre el dinosaurio camaleón

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

No hubo “corcholatas”