Nuevo fracaso del PRD

Este fin de semana el PRD ha tomado una decisión que a algunos parece un gran salto hacia el pasado. A mis ojos luce como un modesto brinquito para caer donde mismo: en el charco de confusión en el que se encuentra, semi-ahogado, desde las elecciones federales de 2018. Por lo menos.

 

Desde entonces, de dicho y de hecho, los perredistas no atinan a encontrar su lugar en el mundo político nacional porque, simplemente, no han querido explicarse cómo fue que no fue lo que pudo ser. Explicarlo con seriedad les significaría asumir su responsabilidad en la fractura de un proyecto partidario que terminó siendo demolido por la avalancha lopezobradorista. La historia muerde con ironía.

 

Se asumen como opositores al nuevo gobierno, pero no logran articular un discurso que se asemeje a una propuesta alternativa porque en el tsunami se quedaron sin banderas. Los líderes más connotados, “Chuchos”, “Galileos” y asociados, solo atinan a supurar rencor y odio contra AMLO-Morena desde sus heridas. Confírmenlo en sus redes sociales. Tal vez después de firmar el Pacto por México se la creyeron tanto que perdieron el estilo para intentar ser oposición con proyecto propio.

 

En los hechos, empobrecidos de militancia y de votos, los administradores del remate y liquidación del PRD intentaron poner el registro legal a disposición de un nuevo proyecto partidario que se gestó en el encuentro con intelectuales y políticos provenientes de diversas vertientes, bajo las siglas preliminares de Futuro 21.

 

Jesús Zambrano de regreso en la presidencia nacional del partido es la señal de que esos proyectos fracasaron. No queda nada por ofertar y no hay interesados en los saldos. Con las próximas elecciones encima solo les queda atrincherarse tras los muros quebradizos de la franquicia desdeñada. Pero saben que no podrán resistir demasiado si se quedan solos. El PRD anuncia la determinación de modificar sus estatutos para aliarse electoralmente con el PRI, pretensión que el documento base prohíbe explícitamente. La historia deja de ser irónica para tornarse cruel.

 

Es ese fracaso para renovarse con elementos más allá de sus fronteras lo que también explica el atrincheramiento de los “Chuchos” en toda la estructura territorial nacional. En Quintana Roo prefirieron pasar por lerdos en el uso de las nuevas tecnologías de comunicación audiovisual antes que soltar el control de la presidencia estatal. Le apagaron el switch a lo mejor de la militancia que les queda.

 

La llegada a sus filas del diputado federal Jesús Pool (autodeclarado orgullosamente “chucho”) tampoco parece haber satisfecho las expectativas de enganche político con los factores de poder locales, a pesar del despliegue, publicidad y respaldo brindado por toda la jerarquía “chuchista” nacional.

 

El PRD en las mismas. Ni pa´tras ni pa´lante.

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