Aire fresco en el Congreso del Estado
El diputado Gustavo Miranda se hizo notar, como dicen los científicos e investigadores: con rigor metodológico. Da la sensación de que a la presidencia de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del Estado ha llegado un técnico, en sustitución de la absurda rudeza y el desorden que predominó durante el primer año de la XVI Legislatura.
Se nota que aporta ideas. Empezando porque la presentación de sus propuestas de actuación, para los primeros cien días del año que le corresponde al partido Verde coordinar los trabajos de la JUCOPO, cumple sobrada y satisfactoriamente con el esquema de lo que debe ser un plan de trabajo.
Transparentar el uso de los recursos del pueblo en manos del Congreso es lo mínimo que se debe esperar. De todos. Principalmente de quienes asumen ser parte o aliados de la Cuarta Transformación. El derroche y la incompetencia administrativa también son corrupción. No estará de más darle una revisadita y, de ser el caso, una limpieza al manoseo de los dineros que se pudiera haber hecho en el pasado inmediato.
Profesionalizar las labores en el Congreso del Estado suena prometedor. Tanto el de los legisladores como el de los empleados, trabajadores y colaboradores. Reconocerse como la legislatura más costosa e ineficiente del país es un acto de sinceridad vergonzosa que esperemos sea compartida por todos sus colegas para resolverla lo más pronto posible. Buenos augurios se anuncian el iniciar este Segundo Período Ordinario de Sesiones con la aprobación unánime de dos acuerdos que respaldan principalmente a las mujeres.
Dignificar y ordenar la condición laboral de los servidores públicos del Congreso mediante el Servicio Civil de Carrera es un desafío mayúsculo que, de cumplirse, pondrá a la institución en el extremo diametralmente opuesto al que se encuentra ahora. Así sea.
La innovación de procesos, procedimientos y servicios huelga reiterarla por evidente, más en un ámbito como el legislativo. El uso de las tecnologías avanzadas reclama su preeminencia en los nuevos tiempos inaugurados por la obligada sana distancia.
Tres ejes de un plan que se encuadra en los puntos vertebrales que pueden dar soporte a la recuperación de la credibilidad y la legitimidad que la realidad demanda para que el poder legislativo sea el contrapeso necesario en un régimen democrático.
No parece que cien días sean suficientes para cumplir planes tan ambiciosos, pero estimula escuchar ideas claras de lo que se debe hacer. Ya veremos si tienen continuidad. Por lo pronto, hay suministro de oxigeno puro para un poder legislativo que estaba muy intoxicado por el virus de la mediocridad.
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