Porfirio es el problema no la solución

La aparición de Porfirio Muñoz Ledo en el cuadro de las preferencias para presidir a Morena, según diversos sondeos y las primeras encuestas de reconocimiento realizadas, alteró el escenario construido con el fin de resolver de una vez por todas las definiciones de quien debe conducir al partido mayoritario del país.

No estaba ni en sus propios planes, pero se sabe que semanas atrás un primer sondeo indicativo realizado para identificar a los personajes más conocidos en el ámbito de Morena y de la 4T arrojó que Muñoz Ledo era el personaje más identificado en el país, solo después del nombre de Lázaro Cárdenas Batel, Coordinador de Asesores de la Presidencia de la República y a quien, obviamente, popularmente se le asocia con el nombre de su ilustre abuelo.

Ese habría sido el chispazo inesperado que motivaría al tribuno Porfirio para postularse formalmente en las encuestas mandatadas por el Tribunal Federal Electoral para que mediante ellas el INE identifique a los nuevos Presidente y Secretario General de Morena. Y entonces el cuadro se descompuso.

De acuerdo con el procedimiento diseñado por INE, las primeras encuestas oficiales de conocimiento realizadas para descartar al grueso de los inscritos para esos dos cargos (que en conjunto alcanzó la estratosférica cifra de 105 aspirantes) ratificó lo que de manera informal ya se había medido: Porfirio Muñoz Ledo es el más reconocido por la población de entre todos los participantes. 

Es una posibilidad políticamente inaceptable, si lo vemos desde la lógica de que Morena es el partido del Presidente. Lo que el mandatario necesita es un instrumento electoral que ejecute la estrategia política que se ha diseñado y que se está ejecutando desde el alto mando de la 4T y no un muro de contención que la contradiga y mucho menos que pretenda modificarla.

Hay que recordar que Muñoz Ledo es la cabeza de las pocas voces discordantes y tronantes dentro de la fracción parlamentaria de Morena en el Congreso Federal y que solamente unas semanas atrás se habría anunciado que junto con la diputada Lorena Villavicencio conformarían una corriente de opinión crítica al interior de ese organismo político. Han reclamado que el legislativo debe jugar un papel de mayor autonomía y contrapeso del ejecutivo y el mismo Porfirio ha confirmado que esa sería su función en caso de llegar a presidir al partido. 

Esto puede explicar por qué ahora el Tribunal Electoral Federal (quedando en el papel de villano de reparto) podría desbaratar el enrarecido tinglado que había montado para pedir que fuera el INE quien definiera la directiva de un partido político mediante encuestas. 

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