Morena: el cisma que viene

Armando Tiburcio Robles

Lo que estamos próximos a ver en Morena es un cortocircuito o si se prefiere un estallido de vísceras. Un estremecimiento que vendrá de adentro de sus filas por la definición del grueso de las candidaturas que están por determinarse. 

Durante la semana circuló la versión de que entre los dirigentes del partido pero sobre todo en Palacio Nacional hay serias y fundadas preocupaciones porque el partido en el poder y hoy ampliamente mayoritario en el Congreso Federal pudiera no refrendar esa condición en las elecciones del 6 de junio.

Y es que a lo largo de los últimos días algunas casas encuestadoras coincidieron en que sus mediciones de opinión confirman esa posibilidad.

Para tratar de contrarrestar ese peligro, la coalición de Morena con el Partido Verde y el Partido del Trabajo estén considerando la posibilidad de modificar su convenio y asó poder para compartir 299 de los 300 distritos y no solamente en los 151 que están pactados hasta ahora; con la flexibilidad adicionada de que las candidatas y los candidatos deberán surjan de un verdadero posicionamiento competitivo (mediante encuestas) sin importar el color de origen.

A pesar de ello (o tal vez también a causa de ello) Morena va a enfrentar una circunstancia interna muy complicada y conflictiva. Abrieron su proceso de preselección con base en inscripciones amplias, libres e incluso abiertas para los no miembros del instituto político. Es perceptible en la información pública que para cubrir las candidaturas de los casi dos mil cargos en disputa a todos los niveles, deben tener decenas de miles de suspirantes registrados.

El poder llama. Y el poder aparentemente fácil y asegurado llama más. 

El gran problema a la vista (y, dicho sea de paso, la gran preocupación de los propios inscritos como precandidatos) es cómo le va a hacer la directiva del partido para realizar la selección. 

El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, ha sugerido que el intento inicial será alcanzar consensos en torno a candidatos únicos y ahí donde no se logren se procederá a levantar las encuestas. Suena fácil y hasta políticamente correcto, sin embargo, dados los antecedentes inmediatos, esa pretención tiene una alta dosis de voluntarismo si no es que de franca ingenuidad. 

Debido principalmente a la pandemia los procedimientos electivos estatutarios no ha sido posible cumplirlos pero, además, Morena no ha logrado consolidar aún el andamiaje institucional sólido que le permita realizar satisfactoriamente para todos los acuerdos políticos y los consensos.

¿En qué basarán su decisión para hacer la primera selección que deje solamente a 3 o 4 participantes con posibilidades de ser encuestados? ¿Cuales serán los criterios que eliminarán a la gran mayoría de los apuntados? ¿En todos los casos disputados habrá encuestas? ¿Para la conformación de las planillas de los cabildos, por ejemplo?

A la luz de lo sucedido con las 15 candidaturas a gobernadores que han provocado fuertes conflictos internos, plantones en la sede nacional del partido, caravanas a la Ciudad de México para protestar por las decisiones, cientos de impugnaciones jurídicas, así como denuncias mediáticas de fuerte impacto, ya nos podemos imaginar lo que viene con los 300 distritos federales, las listas plurinominales así como con las diputaciones locales, las presidencias municipales y las planillas de cabildos.

Si no hay una explicación y justificación a satisfacción de aquellos que no sean ungidos, se va a presentar una larga e intensa cadena de protestas públicas, impugnaciones jurídicas, movilizaciones territoriales y toda forma de descontento que puede incluso derivar, en algunos casos, en movimientos de candidatos y votos hacia otros partidos políticos, lo cual puede generar una condición contraria a lo que Morena y sus aliados están buscando en este momento.

Comentarios

Entradas populares de este blog

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

Sobre el dinosaurio camaleón

No hubo “corcholatas”