Quinta transformación

México independiente ha transitado por cuatro transformaciones significativas en un lapso de 200 años. Es una periodización histórica que se impuso en la segunda mitad del siglo XX para dar legitimidad al régimen consolidado después de la Revolución. 

Ahora, el gobierno encabezado por AMLO se ha propuesto desencadenar una nueva transformación relevante, que habrá de ser la quinta, aunque con un recuento inconcluso del pasado se refiere, reitera y simboliza que es la cuarta, la 4T.

La razón es explicable: tal es el aborrecimiento y rechazo a la etapa neoliberal recién sucedida que, en una retórica contradictoria, se le desaparece de la memoria histórica oficial a la vez que reaparece y permanece, repetida una y otra vez en el discurso, porque es el odiado enemigo a vencer; el culpable de todos los males por superar. Se le invoca para exorcizarlo, pero históricamente no cuenta.

Sin embargo… si el neoliberalismo es lo que se está superando, es porque ha existido como un hecho trascendente. En el imaginario, sigue por ahí con sus secuelas amenazantes y se le combate. Puede gustar o no, pero es.

Las periodizaciones históricas se hacen sobre hechos consumados. Todo intento de ignorar los acontecimientos y evadir a la historia solamente genera confusión. Como también la genera deformarla e interpretarla a conveniencia. Siempre será un tema de controversia. La periodización que realizó el régimen del PRI inventó una continuidad lineal, lógica, heróica e inevitable que es inexistente. La creó para aparecer como el heredero legítimo, lógico y natural de la Independencia, la Reforma y la Revolución. 

No existe tal secuencia lógica, única e inevitable. Por el contrario, hay rupturas entre una y otra. Por eso son transformaciones trascendentes: niegan, modifican y superan parte del pasado. Representan visiones distintas del país y del mundo que se fueron manifestando en particulares formas de organización social, de propiedad y de poder.

De hecho, se presenta una especie de péndulo o de desarrollo en zig-zag: 
nacionalismo-liberalismo-nacionalismo-liberalismo-nacionalismo
con características peculiares en cada caso, de acuerdo a las circunstancias.

Los 4 primeros movimientos sucedieron en 200 años. Períodos con duración variada en años (no menos de 30) que son precisamente eso, lapsos de acontecimientos que van madurando en el tiempo y no actos únicos de gobierno o decretos a voluntad. Luchas políticas, proyectos económicos y contextos internacionales específicos arrojan nuevas realidades que, al observarlas a la distancia en el tiempo, se pueden identificar, clasificar, “empaquetar” y periodizar, sin que haya cortes tajantes de fechas que decreten el fin de uno y el inicio del siguiente. 

Son aproximaciones interpretativas flexibles para entender nuestra historia y proyectarla hacia el presente. Para explicarlo, no necesariamente para justificarlo. 

Representación simbólica de las transformaciones reivindicadas por la 4T


PRIMERA
Las batallas por la independencia del Virreinato las iniciaron criollos ilustrados medios, influidos ideológicamente por el avance del pensamiento republicano y liberal de la época, con un fuerte apoyo de base popular, que decidieron actuar tratando de aprovechar la debilidad y la confusión de la Corona española, dada la invasión francesa a España. Fueron militarmente derrotados. Casi extinguidos. La independencia la consuman los criollos de la élite y el clero, realistas, combatientes y verdugos de los anteriores, al saber del rey Fernando VII se había visto inclinado a aceptar la Constitución liberal de Cádiz. Se trató pues, de un acto de ruptura con la tutela de la Corona para no aceptar las nuevas reglas liberales, para echar y desplazar a la élite española y sustituirla localmente, manteniendo para sí los privilegios medievales-feudales-virreinales. Nace México. Es el momento de la construcción accidentada de los elementos que habrán de dar identidad a la nueva nación. la mitad del territorio se pierde en el camino. Es un nacionalismo conservador cuyos exponentes simbólicos del período serán Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna. Principio de siglo. Primera transformación.

SEGUNDA
La Reforma juarista es el desquite de los liberales después del caos; después de fuertes luchas ideológicas, políticas y militares que llevaron a que en 36 años hubiera 50 gobiernos. La República liberal se impone frente al intento de plantar un Imperio y de varias invasiones extranjeras. Es la consolidación del estado nacional y la entrada de lleno al capitalismo. La liberalización e individualización de la propiedad acaparada por la Iglesia, las comunidades y el gobierno está en la base del cambio. Benito Juárez es el símbolo de su diseño y armado, y Porfirio Díaz el de la consumación. Habían llegado finalmente como ventarrones, los aires de la muy liberal independencia norteamericana, de la Revolución Francesa y de la posterior antiesclavista Guerra de Secesión norteamericana. Fin de siglo. Segunda transformación.

TERCERA
La Revolución, iniciada por desavenencias políticas (“Sufragio efectivo, no reelección”) deriva en guerras civiles que adquirirán un fuerte contenido social y popular cuya influencia se verla contenida en un nuevo pacto Constitucional. La culminación de la lucha armada y los primeros años posteriores no cambian la esencia liberal de pequeños propietarios que son quienes se alzaron como vencedores. Será a partir de Lázaro Cárdenas que el contenido popular tome cuerpo y rumbo nacionalista radical, de propiedad rural colectiva, corporativismo social y político, nacionalización de los recursos naturales y desarrollo de economía autosuficiente, de sustitución de importaciones, que sólo mira hacia adentro. Tomará identidad como Nacionalismo Revolucionario. Se consolida el capitalismo del compadrazgo y la silla del poder máximo se dota de vida propia. Quien la ocupe es el que manda de manera temporal y absoluta. La vía política es el partido casi único. La etapa se inicia con los aires mundiales caudillistas, populistas y nacionalistas de las entreguerras mundiales y culmina con el fin de la utilidad de los Estados del Bienestar de la postguerra. El final nacional lo simboliza el desastroso sexenio de José López Portillo y las crisis económicas en los años ochenta. Un largo y prolongado inicio de siglo. Tercera Transformación.

Atención. Hasta aquí hay que decir que existen algunas líneas significativas de continuidad, tareas pendientes que no se modifican ni resuelven a lo largo del tiempo y a pesar de los cambios políticos y económicos: la desigualdad social, la corrupción, un Estado de derecho frágil y discrecional y los gobiernos autoritarios soportados por la arraigada veneración y subordinación popular al tlatoani-caudillo-presidente.

CUARTA
La nueva ola del liberalismo con privatizaciones, desregulaciones, apertura del comercio internacional y globalización empezó a escalar en el mundo desde los años setenta. Es el neoliberalismo. México lo resistió con el uso y abuso de un escudo financiero basado en repentinos yacimientos de petróleo. Las tensiones entre el nacionalismo extractivista y las nuevas tendencias tecnológicas y comerciales globalizadoras duraron hasta que llegó el colapso. Es entonces la hora nueva de los liberales. Si bien las primeras medidas neoliberales se establecen, con retraso, desde el gobierno de Miguel de la Madrid (marca el final del régimen económico de la Revolución), será con Carlos Salinas que se apliquen con intensidad, de acuerdo con la moda y las presiones financieras internacionales. El Tratado de Libre Comercio -TLC- con los socios del norte de América será símbolo emblemático aunque la apertura comercial se expande. Las medidas de desregulación y apertura en sectores críticos de la economía que inicialmente quedaron pendientes, como el energético, serán diseñadas y aplicadas hasta el sexenio de Enrique Peña. Es el Pacto por México y la nueva versión del libre comercio en el norte de América (T-MEC). Corto fin de siglo. Cuarta transformación.

Cambio significativo. El inicio de esta etapa, para instaurarse, necesitó del tradicional autoritarismo político y del fraude electoral, pero en el camino sucede un vuelco determinante (producto de las largas luchas democratizadoras de la sociedad) con relación a las etapas anteriores: la alternancia de partidos políticos en el poder nacional. Primero con la pérdida de la mayoría priísta en la Cámara de Diputados en 1997 (marca el fin real del régimen político de la Revolución) y luego con la alternancia en la Presidencia de la República a partir del año 2000 (fin simbólico de dicho régimen). Pluralidad y alternancia. Lo demás se mantiene: desigualdad, corrupción y frágil legalidad. 

QUINTA. 
Fue decretada el mismo día que la inédita y abrumadora elección por AMLO y Morena los llevó al poder nacional. En los hechos, nació con la cancelación inmediata del mega aeropuerto de Texcoco, cuya construcción estaba en proceso. En realidad, se declaró el inicio de una ruptura histórica con el pasado inmediato y con el lejano. Una nueva transformación, "un cambio verdadero", cuyos enemigos desafiados son el neoliberalismo, la corrupción y la desigualdad. "Por el bien de todos, primero los pobres". El rasgo característico ha sido el del nacionalismo patriótico, con un discurso que se propone el regreso del desarrollo hacia adentro, autosuficiente, sustituyente de importaciones, soberanista ("la mejor política exterior es la interior") y de re-estatización-nacionalización de recursos naturales. El proceso está en curso. Tendrá que demostrar su viabilidad y pertinencia. De lo que se haga o se deje de hacer sabremos si lo que se pretende como una nueva transformación significativa para México, la quinta, será.

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