Morena, honestidad valiente

Deshacerse del mote de “izquierda” sería lo mejor que podría hacer Morena para dotarse de una identidad sincera sobre sí mismo. Si llegara a mantenerlo sobreviviría en la confusión y el autoengaño.

Es necesario que se sacuda el mito de ser un partido de izquierda para poder ubicarse con mayor precisión en un difuso espectro político que ha desdibujado las coordenadas. 


Se quita un mito pero mantiene otro: el de estar viviendo la Cuarta Transformación de la era independiente 


En otras ocasiones he afirmado que para analizar los procesos que suceden en torno a Morena, sus candidatos, representantes y gobiernos, los conceptos de izquierda y derecha no sirven para entender sus dichos y sus actos

De manera más precisa se puede catalogar a Morena como un partido político electorero, como una plataforma exclusiva para las candidaturas y (eventualmente) para la disciplina parlamentaria, no como un partido con ideología definida para la militancia ni para promover o impulsar la organización social clasista o popular al estilo de los partidos de izquierda tradicionales. Estas viejas características están en desuso en el mundo, especialmente en las regiones que funcionan a partir de regímenes presidencialistas y, si acaso, se mantienen con una identidad más nítida en los regímenes parlamentarios.

En México las relaciones económicas cambiaron, el pluriclasismo social dio pie a nuevas demandas, la lucha política cambió de formas y la contienda electoral adquirió predominancia. Para ser el éxito electoral que es, basado en un caudillo dominante, Morena ha tenido que actuar desde el principio como un partido escoba, sin ideología definida e independientemente de sus declarativas intenciones de ser un partido-movimiento (que tampoco es) y de los deseos de alguna parte de sus miembros que se identifican con alguna vertiente de las izquierdas.

Definir hoy una izquierda socialmente útil, no sólo declarativa, contestataria o soñadora, pasa por la necesidad de retomar los ejes temáticos que le pueden dar una identidad social, democrática, incluyente y pacificadora. Esto es, levantar nuevamente la bandera de establecer en México un Estado Social, Democrático y de Derecho. 

Tarea que habrá de hacerse desde afuera o adentro de los partidos actualmente registrados, por aquellos quienes levanten dicha bandera y le den contenido tanto en la teoría como en los hechos. 

Parece simple pero cuando se ve lo que acontece resulta que lo básico, lo mínimo necesario, se convierte en un objetivo verdaderamente transformador. Revolucionario para la época y el momento.



En días previos ha surgido un movimiento al interior de Morena para tratar de evitar que se lleven a cabo varias modificaciones estatutarias, como la desaparición del concepto "izquierda"



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