El fango y la suerte


Tuvo Fango Largo un fuerte altercado con el Bandolero de la Suerte. Perdieron la verdad común y ninguno de los dos quería responsabilizarse por el extravío. Porque hay que decir que alguna vez hubo en sus vidas una verdad común que llegaron a cuidar celosos como su tesoro más preciado. Verdad verdadera, incuestionable, que a golpes de descuidos, mentiras mutuas y ventarrones de hartazgo se les fue escurriendo de las manos. Y ni se dieron cuenta. Hasta que se dieron cuenta de que ya no estaba. Pleito asegurado. Parecía demasiado tarde.
Ahora querían encontrarla. Todavía querían encontrarla. Salvarla. Salvarse. La necesitaban.
Uno le decía al otro que ya no la escondiera. Que era de los dos. Que la sacara. O que si era cierto que se había desaparecido, se hiciera cargo y fuera a rescatarla. Pero en realidad no la tenían. Nadie sabia dónde estaba y ninguno de los dos ordenaba las ideas como para saber por donde empezar a buscarla.
"Es cosa de voluntad", dijo socarrona y sabiamente la intrusa voz del misterio
- ¡Tú primero!. Demuéstrame que quieres hacerlo.
- ¿Por qué no tu?. Yo siempre te he dicho que la quiero.
Así llegó la noche en una discusión de nunca acabar. Ninguno de los dos daba el primer paso. Parecía más importante doblegar al otro que poder recuperar a la verdad común. Los espectadores se hartaron. "Infantiles". "Inconscientes". "Ridículos de atar". Todomundo optó por dejarlos solos con su perorata y se fue a descansar.
Desde temprana hora del día siguiente corrió el rumor de que se habían reconciliado. De que estaban en paz mirándose a los ojos. Nadie supo bien a bien los términos del sorpresivo arreglo. Era evidente que la verdad común no había retornado. Todos la conocían y no se le veía por ningún lado. Pero ahí estaban Fango Largo y el Bandolero de la Suerte tomados de las manos. Reconciliación bajo sospecha. Todomundo supuso que aquello se trataba sólo de una tregua. Tal vez para llevar a cabo la búsqueda juntos, pero no sería nada definitivo. Se dio por sentado que no lograron cicatrizar las heridas, perdonarse totalmente los insultos ni cerrar el pasado por las dos puertas. Notoriamente dejaron abierta la de atrás, supuestamente para que pudiera entrar la verdad común si acaso regresaba a deshoras. ¡Cómo si la verdad común regresara sola!. No se supo quien le puso la trampa a quien, porque es el pasado el que suele retornar por la puerta trasera para golpear por la espalda.
Mientras tanto, la intrusa voz del misterio seguía murmurando: "¿Y la voluntad?"
Aquí es donde debo confesarles que yo me enteré de algo más de lo que Todomundo supone. Una oreja metiche me confió en voz baja que esa noche pasó involuntariamente cerca de donde los polemistas se encontraban y que alcanzó a escuchar un breve fragmento de lo que se dijeron a solas:
"...y es por eso que no quiero estar sin ti. Aunque a veces pienso que tampoco puedo estar contigo. Se manejar mi tiempo solo. La soledad ni me afecta ni me acongoja. Siempre tengo algo que hacer y me gusta mucho cuando lo hago. Pero si de escoger se trata, prefiero mil veces estar contigo. Sólo te pediría tener mis pedacitos de espacio y de tiempo para mi mismo. Esa es mi verdad particular y quisiera que fuera nuestra verdad común. Si los dos queremos ya está aquí de vuelta, recuperada. Hagámosle caso a la intrusa voz del misterio, pongámosle voluntad. ¿Podríamos hacer eso? ¿Estar juntos para siempre?".
La oreja metiche no supo decirme quién de los dos era el que hablaba. Escuchaba pero no los alcanzaba a ver. De lo que estaba segura es que era otra voz la que contestaba:
"Hagámoslo sin duda. Juntos hasta la muerte".
Como era de esperar, posteriormente Todomundo se enteró del supuesto secreto. La oreja metiche no iba a quedarse con las ganas. Cuando aquel me encontró, en representación del morbo colectivo a cuestas, me disparó las preguntas de inmediato:
-¿Significa eso que la reconciliación es verdadera? ¿Volvieron a encontrar su verdad común y prefirieron ya no decirlo?
-Eso es lo que parece. Lo que se interpreta. Será porque todos así lo queremos entender. Únicamente la intrusa voz del misterio lo duda. Dice que es simulación. No lo acepta.
-Pues ojalá sea cierto que se arreglaron para siempre. Y que esa voz murmurante de mal agüero se convierta en sal. Pero... a ver, dime algo más: ¿el diálogo que conocemos es una muestra de que tienen una relación homosexual?
-Jajaja. Que se llamen Fango Largo y el Bandolero de la Suerte no significa que sean humanos, ambos hombres, hombre y mujer, macho y hembra. Son entes asexuados. Invertebrados. Amorfos. A veces invisibles. Pero siempre están ahí. Puedes escucharlos. Sentirlos. Saber de ellos e interesarte por sus cosas. Son idea, deseo, peligro, ilusión, desafío. Disponibles para quien los merezca. Al alcance de quien se los gane. Y por lo que ahora sabemos, andarán juntos siempre. Juntos pero...
Todomundo no me permitió terminar. Me dejó con la palabra en la boca. Dio media vuelta y se retiró a su morada.


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