Tormenta en el PAN
Aprovechando el desconcierto priista por las estrepitosas pifias
presidenciales y por los resultados electorales en varios estados este año, el
PAN se ha propuesto poner la pauta en la agenda pre pre electoral nacional con
miras al 2018. Sienten que están de regreso; que tiene la Presidencia de la República
en la bolsa y con esa aparente confianza han desatado su batalla interna (con
estruendo público) por la candidatura al cargo.
Este fin de semana dos de los aspirantes se le fueron a la
yugular al tercero. El gobernador poblano, Rafael Moreno Valle (uno de los
apuntados), le mandó decir a su dirigente nacional, Ricardo Anaya (otro de los
supuestos) que ya se verá “de que cuero salen más correas” para que, acto
seguido, un grupo de panistas notables hicieran llegar a éste último una carta
que en el sólo título lleva la advertencia: “Titulen la unidad de nuestro
partido, garanticen la imparcialidad y cumplan sus obligaciones”, cuestionando
al dirigente por utilizar, dicen, el cargo de manera ventajosa para promoverse.
De remache, el expresidente Felipe Calderón (abriendo paso a su esposa
Margarita, la otra en litigio) diría en entrevistas que Anaya es, por la misma
razón, la principal amenaza para la unidad interna de su partido.
Ha caído una tormenta de presiones sobre el líder
blanquiazul que de inmediato ha aclarado que está dedicado a sus funciones estrictamente
partidistas y que no aspira (para el 2018) a la presidencia del país. De ser cierto
esto último se haría realidad, multiplicada, la peor pesadilla advertida por
los temores de la diputada Patricia Sánchez: a todos los panistas –y no sólo a
los quintanarroenses- les quedaría de dos: desojar una margarita o comer
camote.
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