Malos augurios para 2017
En estos días se estarán
recordando insistentemente las declaraciones del presidente Peña Nieto en el
sentido de que ya no habría “gasolinazos”. Como se puede ver, no le será posible
cumplir su palabra. Las condiciones económicas del país están muy por debajo de
lo esperado; tanto, que ni el recorte presupuestal anunciado para 2017 de
alrededor del 9 por ciento compensa la disminución drástica de los ingresos
públicos.
La reforma fiscal diseñada y
puesta en marcha para este sexenio en el marco del Pacto por México ha sido
insuficiente para compensar la caída de los ingresos por venta de petróleo.
Disminución debida al desplome de los precios internacionales de los
hidrocarburos y a la falta de entusiasmo de los inversionistas extranjeros que se generó después de la llamada Reforma
Energética. La única medida recaudatoria real que ha servido para complementar
esa compensación ha sido el incremento de los precios internos de las
gasolinas.
Las finanzas públicas siguen, por
tanto, petrolizadas, pero en un sentido diametralmente diferente. Si
anteriormente dependían sustancialmente de la venta de crudo en el mercado
internacional, ahora que esas posibilidades se han desmantelado, son las gasolinas
(compradas en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos) las que
cargan con ese soporte. Todo a cuenta del contribuyente y del consumidor
nacional. Todo sobre los raídos bolsillos de los mexicanos.
La situación anuncia, por tanto,
estancamiento económico, incremento de los costos, reducción de la inversión,
pero sobre todo reducción del consumo popular. Se había dicho que el año
próximo sería económicamente muy difícil. La realidad llegó antes de que
sonaran las doce campanadas.
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