PAN y PRD huelen a gasolina.

¿Con qué cara?

PAN y PRD se colocan en arrebatada actitud de crítica en contra del incremento del precio público de las gasolinas.

Van contra la inercia que ellos mismos generaron con sus acuerdos anteriores. La imagen de ser parte aliada del gobierno federal no han podido quitársela a pesar de los pesares.

El Pacto por México firmado con el gobierno de Peña Nieto era una y la misma cosa. Un esquema económico integral cuyas partes no se entienden sin las demás: reforma fiscal y financiera, reforma energética, reforma en telecomunicaciones, reforma educativa; las llamadas reformas estructurales pendientes.

Que en el Congreso de la Unión, el PAN se haya abstenido de apoyar la parte fiscal y el PRD haya hecho lo propio con la transformación energética pero siempre garantizando uno y otro que las mismas se probaran haciendo la mayoría necesaria con el PRI y el Verde fue visto públicamente simplemente como un evidente juego de simulaciones sin mucho estilo. Queriendo hacer creer que jugaban a las escondidas sin que nadie se diera cuenta, ambos partidos opositores se pusieron en un riel de espejos paralelos en los que se reflejan desde cualquier lado que se les mire.

Las minucias posteriores que formalizarían la disolución del Pacto no fueron ni siquiera publicitadas y quedaron disueltas en el imaginario general. Para efectos prácticos, sobre todo en los arreglos de conveniencia política que han mantenido, a los ojos públicos el Pacto sigue funcionando de facto.

Con ese ambiente sobre sus espaldas hoy se manifiestan en contra de una medida aplicada por el gobierno federal producto de que las medidas del Pacto no dieron resultado. La reforma financiera, y particularmente la fiscal, no han otorgado los recursos recaudados suficientes para compensar las pérdidas económicas por la disminución de las ventas de hidrocarburos y la reducción drástica de los precios internacionales de éstos. La reforma energética no ha atraído la inversión privada que se esperaba. El costo del desastre se carga sobre los contribuyentes vía los precios de las gasolinas. La economía sigue petrolizada pero ahora hacia adentro.

Estando en puerta las elecciones de 2017, especialmente la del EdoMex, prolegómeno de la federal de 2018, colocarse en el punto crítico opositor parece una conveniencia necesaria para lo que proceda (que es decir, aquello que más les acomode para su permanencia en el juego). Lo que está por verse, -y esa es la razón de este comentario con alta suspicacia-, es si la población afectada va a reaccionar detrás de estos partidos, haciendo eco de su llamado; o si las eventuales protestas tomarán otro camino. Tal vez el de Morena. Tal vez el ciudadano independiente. O se quedarán en los círculos concéntricos de las redes sociales. Ya veremos.

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