La isla de Gilligan–Trump

Como en aquella comedia televisiva en la que un puñado de náufragos sobrevive aislado, proyectando el sentido del humor, los valores, gustos y formas de vida norteamericanos, Donald Trump quiere llevar a su país hacia adentro de sí mismo, hacia una ínsula que lo haga sentir “otra vez grande”, enarbolando un nacionalismo conservador.


Por lo tanto, el muro que quiere hacer en nuestra frontera no es para contener el flujo migratorio desde el sur (esa es una charada que debe correr a cuenta de sus obsesiones) sino para simbolizar en grande ese auto encierro.

Hecho aparentemente contradictorio en un mundo global que confirma el hartazgo de la gente con la globalización económica por sus efectos nocivos para las mayorías, el incremento de la desigualdad y el acelerado deterioro ambiental. Refleja, de paso, la confusión social norteamericana por la pérdida de liderazgo internacional y la decadencia moral del imperio.

El deterioro de la moral pública forma parte de la sintomatología que anuncia la decadencia y la eventual caída de un imperio. Su clara manifestación es Trump que continúa comportándose como chivo en cristalería, como si siguiera en campaña electoral. Los norteamericanos veneran a Mickey Mouse, las hamburguesas, la CIA, el béisbol, la Ford Motor Co. y velan con orgullo la libertad de opinión que bien puede representar el NY Times. Trump está en plena confrontación contra el mundo del espectáculo, las grandes cadenas de comunicación, las agencias de seguridad y las empresas trasnacionales. Los tiene amenazados, los ningunea, presiona e insulta. A nivel internacional tiene abiertos todos los frentes posibles. Un hombre poderoso contra su propio mundo.

Y es que el deterioro de la vida cotidiana norteamericana no es a causa únicamente de intereses económicos encontrados, por presiones sociales o por conveniencias políticas en disputa. Es principalmente moral. Notoriamente la sociedad se encuentra confundida, desorientada y progresivamente confrontada entre sí. La desavenencia verbal de Trump con Meryl Streep es la de Calígula enfrentándose a la parte de la sociedad más ilustrada, lúcida y con autoridad moral que resiste y se niega a sucumbir.

                          

En ese contexto, el desplante del magnate en contra de México puede aprovecharse como la gran oportunidad para zafar el furgón azteca de un tren alocado que se descarrila. “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” puede convertirse favorablemente en aquello del “vecino distante”. Si el norte se cierra para nosotros; nosotros nos abrimos al mundo. Tenemos sur, este y oeste; y son amplios.

El mundo puede estar harto de la globalización económica, por el deterioro ambiental y la creciente desigualdad, pero global se hizo y global se queda. A diferencia de lo sucedido en el pasado, el aislamiento nacionalista que pregonan las derechas en los países desarrollados se está presentando a contraflujo de la integración comunicacional mundial. Habrá de ser pasajero; mucho más temporal que lo sucedido a lo largo del siglo XX.

El caso norteamericano puede entenderse, entonces, como un verdadero momento de crisis. Son los inadaptados del nuevo siglo quieren aislarse. Su sociedad da muestras de desorientación en el nuevo mundo digital que ellos mismos engendraron. Son víctimas de su propia creación.

Las oportunidades para los países en desarrollo están más allá de sus fronteras inmediatas. Para México en particular. Hay que empezar por romper la frontera mental. Armar la estrategia nacional, como lo está haciendo el gobierno, en función de la dinámica inmediata del vecino del norte es pura falta de perspectiva. Se equivoca en redondo Peña Nieto cuando coloca a Luis Videgaray como canciller. Para lo inmediato, mientras se decide lo que pase en Estados Unidos, lo puede mandar de embajador en aquel país. Sus vínculos son de absoluta coyuntura y en ésta puede ser útil. Pero en la cancillería debería estar alguien que pueda tocar, abrir, convencer y convocar, con autoridad, las puertas del resto del mundo.

El nivel de las contradicciones que se manifiestan en el interior de los Estados Unidos puede evolucionar hacia un punto de ruptura. Situación nueva que se resuelve con medios e instrumentos nuevos pero también por algunos conocidos. No hay que olvidar que son especialistas en improvisar válvulas de escape para despresurizar. Imitados más nunca igualados en la técnica del tirador solitario, por ejemplo. Lo manejan mejor cuando no se espera. Ahora se espera; lo cual puede hacer al “momento” determinante para su éxito o complicación.

Los historiadores de nuestros días están debatiendo, con pasión renovada, sobre los factores que explican la caída de los grandes imperios; de la antigüedad a la Unión Soviética. Lo dirán o no, pero con el rabillo del ojo siguen los sucesos contemporáneos en los Estados Unidos para saber quién le atina al pronóstico desde el estudio y el análisis del pasado.

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