Algo anda desajustado en la transformación

Algo no anda bien en el graderío de la transformación, Tiburcio, cuando en el festejo de la mera mitad del sexenio los ánimos de la fanaticada se alborotaron con el espíritu sucesorio. 

¿Para eso era el escenario? 

Las metas que se trazaron para la llamada Cuarta Transformación, previo a las elecciones del pasado 6 de junio, decían que la prioridad era ganar la elección de manera absoluta; tanto la mayoría de los gobiernos y congresos estatales en disputa pero, sobre todo, conseguir la mayoría calificada del Congreso Federal para continuar con los proyectos del cambio. 

Pasado el trámite electoral con dificultades evidentes, que abren sobre la situación futura con no pocas interrogantes, ahora resulta que el centro de la atención del informal pero trascendente mensaje presidencial por los primeros tres años de su triunfo electoral, el personaje sobresaliente a observar es la Jefa de Gobierno de la gran capital.

Pudo significar que solamente se trataba de aprovechar el día y la circunstancia para matizar el impacto negativo que sobre Claudia Sheinbaum tuvo la pérdida de posiciones importantes por parte de Morena en la Ciudad de México, puede ser, y por eso la hubieron de colocar en el centro del foco, muy visible, en el discreto evento presidencial; pero que en el Auditorio Nacional, en el posterior acto partidista masivo, el grito de la fanaticada fuera, como lo han mencionado algunos medios de comunicación, para exaltar la especie a la vieja usanza del “destape popular” para su candidatura presidencial ya parece un extraño y anticlimático exceso jugando en posición adelantada.

No es que la propuesta sea buena o mala; el tema es el momento político.

¿Cambiaron las prioridades?

Derivado del hecho se puede entender que, por los resultados electorales no deseados y la relación de fuerzas legislativas que se le derivan, se da por cerrado el ciclo acelerado de la transformación y ahora el proceso se reducirá a lo que pueda pactarse desde el poder central con los partidos de oposición y con el sector empresarial. 

Al analizar la secuencia de la propuesta transformadora de los últimos meses, es evidente que después de la elección la dinámica ha sufrido una especie de fractura por lo cual se puede estar encaminando a un adelantado proceso de sucesión en la que el Presidente estaría jugando desde ya sus cartas.

Pudo ser solamente un lavado de cara para doña Claudia y un distractor pasajero, con improvisadas manifestaciones de apoyo que no estuvieran previstas. (Poco probable).

O quién sabe.

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