Morena, partido escoba.


Nada más claro que las palabras de Citlalli Hernández, Secretaria General de Morena, para definir las características del partido político que, en los hechos, se está terminado de configurar: “Morena está pensada como una herramienta para acceder al poder y para participar políticamente”, para activos interesados “no solo de Morena sino de la Cuarta Transformación”.

Las dijo mediante video, en el marco del procedimiento controvertido para realizar las “asambleas electivas distritales”, de las cuales saldrán los representantes que posteriormente habrán de nombrar a los órganos directivos del partido. Todo aquel, afiliado o no, que quiera hacerlo ahora puede solicitarlo y acudir a votar en la asamblea correspondiente de su distrito electoral federal.


Siguiendo la convocatoria emitida, este procedimiento habrá de otorgar, a la vez, la dosis de legitimidad institucional al modelo de partido que se ha venido conformando, en los hechos, a lo largo del tiempo y que bien podemos denominar “escoba”.

Partido Escoba es la adaptación nuestra al concepto de partido “de todo el mundo”, “atrapa todo” o “cacha todo” (catch-all party) propuesto por el politólogo Otto Kirchheimer allá por el año de 1980.

El Partido Escoba jala hacia su interior todo lo que le puede resultar útil para ganar votos y espacios políticos. Todo el que quiera y sirva, cabe. Sin importar origen, fama pública o condición. Todo el que pueda habrá de usarlo para hacerse de poder. Funciona como una plataforma, “una herramienta” o una franquicia para aquellos que sean convenientes electoralmente, quieran llegar y sepan utilizarla.

Lo que importa es el éxito electoral. Nada más. Omite comprometerse operativamente con causas específicas, intereses sociales sectoriales o ideologías. Existen formalmente pero las pospone. Para que todos quepan pueden ser contradictorias entre sí, sin que provoquen conflictos internos. 


Ya desde fecha temprana en su existencia y antes de acceder al poder nacional y general que tiene ahora, hacia 2017,
hubo quien identificó en Morena los primeros rasgos del partido escoba que posteriormente habría de ser. 

Hoy, a la luz de los acontecimientos, de sus dinámicas de crecimiento, de los perfiles de sus representantes legislativos y gobernantes, y del esquema proyectado para su reproducción en las próximas asambleas, no hay mejor forma de caracterizarlo.

En 2018 la avalancha electoral necesaria para ganar la presidencia de la república indujo a la suma indiscriminada. No obstante, el potente contenido popular de sus votantes y el posterior cierre de fronteras internas -al cancelar temporalmente toda afiliación- hizo suponer a una parte de sus miembros con tradición de izquierda que Morena se estaría moviendo en el rango del partido de militantes seleccionados, de “cuadros” tal vez, con una ideología de clase y con la flexibilidad de actuar como partido-movimiento.

Ni una cosa ni la otra. Esas posibilidades están canceladas porque no es un partido para la militancia en pos de causas sociales, ideológicas o trascendentes. Es únicamente "una herramienta" para acceder a posiciones de poder. 

Morena responde a la lógica electoral de ampliar su poder sin importar con quien. Un partido que acepta y suma todo lo que electoralmente le conviene, siempre y cuando no se ponga en cuestión la autoridad y permanencia de su cúpula central.


Para efectos de referencia histórica nacional, se asemeja al PRI pero tampoco es lo mismo. 

Morena es ahora el partido en el gobierno, mayoritario, aplastante y casi hegemónico, pero dista mucho de ser un partido de Estado. No cuenta con el entramado legal, las estructuras corporativas sociales, ni con los controles institucionales necesarios. No es mayoría absoluta en el congreso federal y eso impide la línea de acción vertical, unívoca e incuestionable, del jefe de Estado.

Ahora bien, el Partido Escoba en la virtud lleva su propio riesgo. Sin sustento ideológico o clasista una ruta posible es que, cuando dejan de ser útiles para el objetivo electoral o pierden la función de conexión entre la población y el aparato de gobierno, proceden a minimizarse rápidamente y eventualmente a desaparecer. 


“Si el partido se mantiene apartado de intereses especiales, aumenta sus posibilidades de éxito en el electorado, pero con ello es inevitable que también descienda la intensidad de la dependencia que puede esperar. Si el partido es una organización que no protege una posición social, que no ofrece un punto de apoyo para aspiraciones intelectuales, que no posee una imagen de la configuración del futuro, si en vez de todo esto es tan sólo una máquina de alternativas políticas a corto plazo, o que asoman sólo de cuando en cuando, se expone a los mismos riesgos a los que se enfrentan todos los productores de bienes de consumo: la competencia produce casi el mismo artículo, pero mejor empaquetado.”

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