Transformación, democrática o no será.


Las tres transformaciones radicales que han sucedido desde que México se constituyó en país independiente se han caracterizado por el predominio de regímenes políticos autoritarios. El déficit, y pendiente a resolver, es la democracia. 

Esa es una de las conclusiones obtenidas en el curso de Capacitación para Presidentes Municipales y Diputados Locales que el gobernador electo de Oaxaca, Salomón Jara, ha promovido con la representación local de Morena y a la que he sido invitado a participar como ponente.


La Primera Transformación, la Independencia, sentó las bases institucionales, políticas y simbólicas para la conformación del estado nacional que se identificó como “México”. Tras el breve imperio de Iturbide se estableció la República con régimen presidencialista y división de poderes. El caos político de la época llevó a tener hasta 50 gobiernos inconclusos en un lapso de 36 años, así como tres Constituciones en 1824, 1836 y 1847. La etapa culmina con la expulsión de los franceses y la muerte de Maximiliano. La democracia sería esquiva.

Con el impulso a los derechos y libertades individuales de pensamiento, culto, expresión, organización y propiedad, la Segunda Transformación permitió consolidar el perfil del estado nacional y puso a México en la ruta del ingreso al capitalismo. Los regímenes liberales iniciados con Juárez y sus Leyes de Reforma asientan su visión de país en la Constitución de 1857 y se habrían de consolidar a lo largo del porfiriato. Sería aquella una modernidad liberal autoritaria. 


La Tercera Transformación se originó en la primera revolución social del siglo XX cuya expresión aspiracional quedó sellada en la Constitución de 1917 y de manera práctica en las instituciones políticas y sociales que adquirieron estabilidad hasta el régimen cardenista. Como resultado, el ideario del nacionalismo revolucionario y el corporativismo social dieron paso al régimen del PRI, partido hegemónico, casi único, bajo un esquema de paternalismo autoritario

La Cuarta Transformación no es un hecho consumado. Necesaria y justificada, es apenas una expectativa de superación de las etapas anteriores y cuyo destino depende de lo que se haga o se deje de hacer por los protagonistas de ahora. Los protagonistas del cambio. La transición se ha iniciado y debe definir con mucha claridad los perfiles que la habrán de caracterizar.


Uno de ellos es el de la democracia, factura histórica pendiente para la sociedad mexicana. El debate está abierto para darle sentido y contenido. Pero deberá ser. De otra manera, no habrá transformación significativa, profunda, diferente a las anteriores. 

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