Otra vez las margaritas


Otra vez las margaritas

He podido leerla. Por fin. Sabía de su existencia pero no había hecho lo posible porque llegará a mis manos. No fue sino hasta que rehice el contacto con el propio Carlos Hurtado, su autor, que pude tenerla. Y leerla. 

Previo a esto hicimos un programa de radio en Destino Caribe sobré sus experiencias de escribir y la experiencia personal en el mundo de la cultura local. Para entonces no tenía idea de lo que iba a encontrarme.

Una novela sobre el amor. Sobre el amor de pareja, principalmente. Tal como es, si me lo permiten. Así, a pesar de que es sabido -y tal vez por eso mismo- de que adopta múltiples formas según sea el caso, los protagonistas y su momento. 

El amor es la vertiente que acecha para atacar repentino en el hueco sombrío de los desdichados. O dicho en la descripción que aventura la novela: "Uno se enamora, si y sólo si se encuentra atrapado en un vacío emocional. Y cuando se encuentran dos en esas mismas circunstancias..." ya sabemos lo que pasa si ambos se dejan. Pero sus manifestaciones pueden adoptar múltiples maneras y de ellas se encarga la novela. Las arropa solo como una posibilidad y pone a los protagonistas ante la viabilidad de estrellarse con alguna de ellas. 

El amor recobrado en los tiempos del internet. El amor de lejos... menos maltratado por las imposibilidades. El poder de la palabra sin imagen. El amor de cerca. Una verdadera alegoría de opciones reales, tal como son, insisto, sin manual, doctrina o púlpito que ordena. 

De eso ya no digo más. El tema esta trabajado lo suficiente como para que un veterano en las lides de ver pasar la vida lo entienda y hasta se identifique. Es decir, léanla de entre lo que el buen gusto aconseja como recomendable.

A principio el texto me desconcertó un poco al parecerme una narración muy directa. Demasiado "platicada" sin metáforas y los giros del lenguaje coloquial que había descubierto (sobre todo en la segunda lectura) de "Cancun todo incluido", la anterior novela de Carlos. Pero en la medida que me fui adentrando en la lectura me atrapo la historia en su doble vertiente: forma y contenido. El lenguaje muy cuidado pero cotidiano, real como las alternativas del amor mismo, correos electrónicos explicativos que son puro sentimiento, con diálogos impecables para mi gusto y una narrativa muy simpática, útil para tratar un tema tan serio (el amor suele ser un tema serio hasta cuando alguien se mata por ello); y en segundo lugar la historia misma, capaz de ponerme a especular: que solución le va a dar al aparente galimatías de los enamorados, ese que más allá de las virtudes públicas propagadas, existe en todos lados y todos los días. ¿Encuentro físico si o no? ¿Un hecho fortuito que frustra los planes? ¿Un drama? ¿Una tragedia? ¿Un final rosa? ¿...y vivieron felices para siempre?
I
Nada. Carlos no se entromete para pasearse por la escena y hacerla de pontífice. Cualquier salida de solución posible, las cuales están esbozadas a lo largo de la novela, hubiera sido un mal consejo. Un mero supuesto de solución parcial cuando cada quien tiene en el amor el final de su propia historia. Un cierre que tal vez hubiera sido válido para el autor pero no necesariamente para los lectores. Es más, ni siquiera para los personajes.

A estos los deja sabiamente en el limbo. En el punto cúspide del éxtasis y de sus sueños. En el orgasmo mismo de la relación que después de eso tendría varias rutas de salida. Que cada quien escoja. Orgasmo: una palabra que por cierto no usa, a pesar de las exquisitas escenas eróticas de las que los personajes no se privan, sin exaltaciones retóricas ni descripciones directas. 

Una buena novela para que cada quien de su amor, o amores, se entienda.

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