Leer el 68

Todo -o mucho- ¿muchos?, trataba de presumir el capítulo 68. El número 68 era algo así como el enigmático cabalístico pues aunque los padres lo lavaban con el recuerdo de las patrióticas Olimpiadas, en la boca de los chavales sonaba a grito de guerra. No se olvida. Se lloraba para acompañar a la sangre que se creía ver correr todavía por las avenidas. El capítulo 68, entonces, era de gran importancia: ¿lo leíste? Léelo, es la consagración de que estamos en el otro lado de la sabiduría; la gran intelectualidad: ¡viva la inteligencia!; hágase a un costado el cientificismo de los positivistas: la era moderna. Aunque nadie entendiera nada en concreto de semejante párrafo-capítulo. ¿Qué dice? ¿O que quiere decir? ¿Hay interpretación o traducción alguna? El capítulo 68 amerita buscar las palabras en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Me avisas si las encuentras. Entonces, ¿de qué se trata? ¿Por qué se corre con tanta vehemencia la voz de que hay que leerlo con urgencia? Es la nueva literatura; la de los nuevos grandes. Los nuestros: son de Latinoamérica (aunque tengan las décadas inspirándose con el aroma del café que se vende en los cafetines de las calles de París). ¿Has estado en Francia? porque habrás de recordar que también los galos tuvieron su propio 68 con todo y marchas, huelgas, bombazos y revueltas. Aunque las revueltas de acá tuvieron a su muy original Revueltas: el que se evoca desde las catacumbas de Lecumberri; del que (casi) nadie se acuerda. Y así vamos, a pesar de todo, con el 68 de boca en boca. ¿Cuántos de aquellos adustos y emocionados consejeros-recomendantes  habrán leído completa a Rayuela? Entonces o ahora. Cuando menos ahora, si es que la intensa actividad juvenil les impidió hacerlo entonces. Lo mas probable es que hayan olvidado que el 68 también fue un capítulo famoso de la novela. Famoso por impositivo: por tener que sufrir el escarnio de que un maestro de literatura (peor si era una maestra) te obligara a pararte frente al grupo y leerlo en voz alta, de corridito y sin equivocarte, para que después encabezaras el ejercicio de comprensión de lectura. ¿Entendiste? No. Suenan escandalosas las risas. ¡A callar, bola de pendejos ignorantes! A lo mas que llega la intuición, sin mencionarse, queda bañada de vergüenza para un joven que no expresa en público lo que jocoso dice en las reuniones en corto con un tarro de cerveza espumeante: pinche Cortázar, es la pura calentura con sus palabras indescifrables; debió escribirlo en el 69, así menos se olvida la trama. No falta alguien que solo sonríe. Señalando hacia el firmamento con el índice educativo vomita el erudito desconocido: no le den vueltas, ballenas callejeras, todo se reduce al erotismo hecho letras, "las perras negras". Aplausos. O algo que se le parezca: lo que imagines. Tal vez otra cosa. Cualquiera. ¡Imagina! ¿Que entendiste?

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