Hambrientos y mal nutridos

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible buscan terminar con todas las formas de hambre y desnutrición de aquí a 2030 y velar por el acceso de todas las personas, en especial los niños y los más vulnerables, a una alimentación suficiente, nutritiva y permanente. Hay mucho por hacer: de acuerdo con datos del Coneval, en México hay alrededor de 28 millones de personas vulnerables por carencia de acceso a la alimentación, equivalente al 23.3% de la población (justo el porcentaje reportado para Quintana Roo), y entre las personas hablantes de lenguas indígenas y habitantes del mundo rural este porcentaje es de 41.3% y 32.1%, respectivamente. 


Contradictorio complemento: tenemos el nada honroso liderato de país con mayor tasa de obesidad, con un tercio de la población, superando ya a los Estados Unidos. Sedentarismo, malos hábitos de alimentación, incremento en el consumo de bebidas azucaradas y pérdida del consumo de alimentos locales son las principales causas.


Desculturizados y victimas de las distorsiones alimenticias México es el principal consumidor mundial de refrescos y bebidas azucaradas, con un promedio de 163 litros por persona al año.


La obesidad en México implica un grave problema de salud pública pero también derroche presupuestario. Se calcula que para el año 2017 los problemas de obesidad costarán a México entre 70 y 101 mil millones de pesos. Ya sabemos quien paga.

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