Dame cinco
Para cuando cayó el primer gol yo empezaba a sospechar que las cosas entre tú y yo cambiarían drásticamente. El festejo puedo borrarlo de la memoria; la sensación de tu distancia no. Dame esos cinco dijiste al mismo tiempo que la porra estallaba en estruendo monumental. El estadio desbordaba como nunca. Nuestro equipo brillaba como parte de un ensueño colosal y los amigos que nos acompañaban desparramaban cerveza. Nosotros también. Los Dagarrotes de Rubiodaba se enfilaban seguros hacia la conquista del campeonato por primera vez en su historia. Larga historia de penurias que en los bares era mencionada, entre carcajadas, como la mala racha más larga de la historia. Cuando ya batían al equipo contrario con un contundente 5-0, antes de que terminara el primer tiempo, yo me había hecho a la idea. Más aún, entraba en trance de resignación: te irías de mi vida. Esa asociación de acontecimientos fue la causa de que, desde entonces y hasta ahora, me dedique meticulosamente a tejer redes de na...