La hora bandida
El estilo abigarrado que me supura, denso, autocensurado, no me permite decirlo de otra manera. Zampar un ¡carajo! condensa pero no dice. La explicación apetece no porque vaya a ser tomada en cuenta sino para que quede constancia que la cabeza no da vueltas a lo idiota. Bueno, si, pero buscando respuestas, o por lo menos una salida de emergencia que no sea una ventana sin corniza para dar el salto directo hacia una cucharada de cicuta. Es la expresión personal de una sensación claramente compartida. Como estará la cosa que el aroma se siente cargado con la combinación de bosque calcinado y una pira humana: apesta. Da miedo que los valedores del planeta estallen en guerra como así en la esquina de casa la mala suerte esté a la espera. El que se siente peor se desquita sin importar con quién y la causa. El entorno flota en desconcierto. Sabe a desorden. Nadie tiene la agenda: está falto de oscilación cualquier punto de referencia. El caos brilla con variedad y sin lógica: ni f...